SÍ. DIOS EXISTE

Lo vemos en el universo...

                 La existencia Dios, a pesar de las objeciones y ocurrencias, resulta muy clara.

                 El problema se hace más difícil cuando se trata de una religión particular. ¿Por qué he de ser católico y no musulmán? ¿Por qué no dar yo culto a Dios a mi manera y prescindir de todos los grupos religiosos? Al fin y al cabo ¿qué más da, con tal de amar a Dios y a mis semejantes? ¿Por qué no leer yo el Evangelio y sacar mis conclusiones y dejarse de zarandajas?

                 Todas estas preguntas me las he formulado yo muchas veces y creo que tú también.

                 A los veintiún años y durante un curso entero estudié un libro titulado Teología Fundamental. En él se iba razonando el por qué precisamente la religión católica es la única verdadera y por qué es ésta y no otra la he de practicar. Lo recuerdo: al profesor le ponía cientos de pegas. Y él con paciencia me iba solucionando todas una a una. Desde entonces mi convencimiento ha sido total y por nada del mundo dejaría mi fe.

                 En otra ocasión te diré brevemente algunos de los argumentos de más impacto. Pero tal vez aún te vendría mejor que te enviara la copia de una cinta, una clase dada a mis alumnos mayores, a ver qué te parecía. Ya veremos.  

            Yo estoy convencido de la existencia de lo sobrenatural. Pero no de algo mágico, como el espiritismo, no. La existencia del poder de Dios actuando de una manera sencilla en nosotros. No actúa Dios de modo violento. Lo hace de una manera suave. A lo mejor tardamos años en ver su mano providencial en nuestra vida. Pero luego decimos: Ahora comprendo cómo Dios ha ido guiándome hacia El. Tal vez llegue este convencimiento después de años de prueba o de infidelidades al Señor por nuestra parte. Si estamos en contacto con El con humildad, llegaremos a encontrarnos con Dios.

            Todos estamos sometidos al dominio paternal de Dios. Hace falta ponerse a reflexionar y lo podemos ver. Dios tiene acceso libre a nuestro entendimiento, a nuestra afectividad y a nuestro cuerpo.  ¿Quién se lo puede impedir? Podemos pasar en la vida crisis de fe. Sería imprudente inclinarse definitivamente hacia la incredulidad. Hemos de seguir buscando. Si lo hacemos con humildad, nos encontraremos con Dios. El iluminará nuestro entendimiento y moverá nuestra voluntad a la fe. Sólo quiere nuestra disposición humilde.  

José María Lorenzo Amelibia  

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