Dejar de ser víctimas

Dejar de ser víctimas

  Se alejan para siempre de nuestro suelo ochocientas cincuenta personas cada cien mil habitantes, al año. Ellas han dejado de sufrir en este valle de lágrimas; nos queda encomendarlas a Dios. Muchos que partieron han dejado a sus deudos sangrando de dolor; se les consideraba imprescindibles. Esposos, hijos, padres, se sienten víctimas por la muerte del ser querido, y con frecuencia caen en depresión angustiosa. No pueden levantar cabeza, necesitan profundo y largo desahogo, aunque la vida social apenas concede un respiro para el desahogo de tanto dolor. Es necesario un aprendizaje de la muerte, de algo que tal vez nos toca vivir por vez primera.

ad

No victimizarse

Recomiendan llorar, verbalizar con alguien todo cuanto sentimos en el alma, no reprimirse en estas circunstancias de profunda soledad. Algunas personas son capaces por sí solas de salir de una situación tan dura y quedarse con la imagen del hijo o del esposo sin que ya sea dolorosa. Conocemos almas fuertes que lo han conseguido después de algunos meses por sí mismas. Pero la mayoría necesita ayuda psicológica de un amigo, un sacerdote, un profesional… Se suele decir que el tiempo todo lo cura; no lo sé, pero al menos sí da la oportunidad de conseguir medios para superarse.

 Hemos de insistir en la necesidad de abrirse, de verbalizar lo ocurrido, de contar al detalle el hecho y la propia situación. Y los amigos prestarnos con amor a recibir estas confidencias. No conviene atravesar el túnel en soledad. Y por supuesto, no dejarse llevar de lo fácil; no permitirse el lujo inútil de caer en depresión. Quien pasa por estos trances necesita la empatía de alguien, la verdadera compasión, - padecer con -, que alguien sufra con él, sienta con él, le acompañe de verdad en el dolor. Pero nunca dejarse vencer por la tendencia destructiva, nunca enquistarse en el victimismo, pensando que al gran ausente le ofrecemos así un homenaje auténtico. No es cierto, seguro que quien está en la otra vida desea nos levantemos de la postración.

 Se han creado asociaciones de víctimas, con el fin de ayudarse mutuamente quienes sufren traumas parecidos. ¿Qué pensar de esto? El profesor de psicología Enrique Escheburúa dice: “Las asociaciones de víctimas tienen un efecto perjudicial en el desarrollo psicológico de la persona”. Porque lo pretendido es dejar de ser víctima; y si pasan los meses y no se consigue, no enquistarse en el problema, sino acudir a los remedios psicológicos y médicos para salir del bache. “Hay que seguir viviendo”, es el dicho racional en estas ocasiones. La fe en Dios, la esperanza cristiana, la distracción.

José María Lorenzo Amelibia                                        

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

 Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

  Puedes solicitar mi amistad en Facebook pidiendo mi nombre Josemari  Lorenzo Amelibia  Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2 moderada, las aficiones, la amistad… agarrarse a todo para que nuestra vida siga con paz hasta que nos llegue el reencuentro con nuestros seres queridos.

Volver arriba