1. A la curiosidad de saber si ya soy o si todavía no soy humilde corresponde generalmente una respuesta negativa.
Contemplar
2. La eventual convicción de que ya soy bastante humilde es casi siempre pura ilusión narcisista y tal vez presunción.
3. Preocuparse más de los otros que de sí mismo es expandirse, es crecer existencialmente. 4. Nuestro amor a Jesucristo nos exige que entre él y nosotros no exista absolutamente nada que estorbe. 5. El Señor es para nosotros mucho mejor de lo que es la mejor de las madres del mundo. 6. Lo que Dios nos pide es que nos dejemos amar por Él. 7. La mayor alegría de Dios -si es que podemos hablar así- es la de ocuparse de los hombres, sus hijos muy amados.
José María Lorenzo Amelibia
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