FOUCAULD: UN CONVERSO MODERNO

FOUCAULD: UN CONVERSO MODERNO

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Carlos Foucauld

            Estoy leyendo ahora un libro sobre Carlos de Foucauld y mi pensamiento volaba muchas veces hacia ti, no sé por qué. Pero algo te voy a contar.

            Cuando Carlos de Foucauld se convirtió, vivió los días más felices de su vida. Decía en una carta a su prima, ferviente católica: "Desde ayer soy todo de nuestro Señor. Ya no me pertenezco en nada. Me hallo en un estado que no experimenté nunca.  Es una necesidad de recogimiento, de estar a los pies de Dios, de mirarle casi en silencio."

            A veces cuando pensamos en Dios nos parece un ser lejano independiente de nosotros. Otras veces nos parece una verdad lejana, de aquellas que estudiábamos de niños. Y no es eso ni mucho menos. Dios es un ser personal al que buscamos y con quien hemos de encontrarnos. Dios nos da la respuesta a todos los interrogantes de trascendencia. El es el porqué de todas las cosas.

            Cuando lo encontramos, le hacemos entrega de todo nuestro ser. Pero eso sí: hay que buscarlo. De ese deber (o necesidad) nadie se exime.

            Foucauld buscó y encontró. Anduvo mucho tiempo buscando.  Un día acudió a un sacerdote amigo, santo sacerdote, para que le instruyera un poco en la fe. Quería solucionar dudas. Quería confirmarse en la verdadera fe. Estaba el cura en el confesonario.  Foucauld le dijo: ­No vengo a confesarme. Vengo a preguntar.

            El cura le respondió: - Bien. Pero tu gran necesidad es confesarte. Vete un rato a aquel banco de la iglesia. Piénsalo. Después confiésate.

            Ese fue el comienzo de su conversión. Desde entonces cambió su vida. Rompió con lo malo del pasado.

            Lo cierto es: Dios nos llama. A cada uno de una manera.

            Recuerdo de otro. También leí su biografía: Pieter Van de Mer. A este Dios le tocó el corazón cuando entraba a una iglesia. Hacía tiempo que vivía alejado, pero le preocupaba la idea. Estaban tocando el órgano. Se arrodilló junto al sagrario. Fue el comienzo también de su vuelta a Dios.

            Lo importante es buscar. Pedirle a Dios su luz y su gracia. Llegará el momento de su gracia. Pero no nos dejaremos vencer por la pereza.

José María Lorenzo Amelibia  

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