¿HUMILDES SÍ, PERO HUMILLADOS JAMÁS?

Espiritualidad

¿HUMILDES SÍ, PERO HUMILLADOS JAMÁS?

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Seguro que has oído y lo recuerdas: "humildes sí, pero humillados, jamás." ¡De qué forma tan distinta han reaccionado los que de verdad servían con fervor a Dios! En presencia de la humillación se encontraban los varones de Dios siempre dulces y serenos.

La Virgen María fue siempre humilde, porque vivía olvidada de sí misma. Tal vez el prescindir un poco de "nuestra importancia" nos hará sentirnos más humildes.

Sentirnos ante todo delante de Dios débiles. El gusta de perdonarnos. Y cuando cometemos una falta y nos sobreviene la humillación delante de nosotros mismos, entonces es el momento de reaccionar con gozo, porque ese dolor de la humillación nos va a purificar de verdad. Si nos viene delante de los demás, entonces es el momento de sentirnos felices. Vamos a aceptarlo de verdad. Aunque ciertamente no es nada fácil.

Muchas veces me he propuesto ser humilde; pero luego resulta intolerable aceptar las humillaciones. No sé si te pasará a ti algo parecido. Y conviene aprender a humillarse en todo; humillarse a la vista de las propias miserias, en lugar de enfadarse contra sí mismo.

Los santos pedían a Dios humillaciones. Eso me parece ya imposible. Lo que sí me resulta más fácil es pedirle a Dios que me ayude a aceptar mejor las humillaciones que me vengan. Creo que, si le ofrecemos al Señor en la intimidad de nuestra oración el sacrificio de una humillación bien aceptada, tendremos ante El un gran mérito, y el fervor aumentará en nuestra vida espiritual.

José María Lorenzo Amelibia  

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