Hacer un plan de vida

Hacer un plan de vida

pana

Dios en nuestro plan de vida

Yo agradezco mucho la iniciativa de un profesor mío: nos aconsejaba hacer un plan de vida y ponerlo por escrito. No es necesario escribirlo; lo importante es practicarlo.

          El plan de vida consiste en hacer una especie de horario para los ratos de fuera del trabajo. Destinar un tiempo para las rutinas caseras; un tiempo para la lectura espiritual y la oración; un tiempo para el cultivo de la mente por la lectura. No es necesario dedicar horas a estas cosas. Tal vez bastaría con diez minutos para la oración; un cuarto de hora la lectura espiritual y media hora para la lectura de novelas de interés literario o para estudiar o escribir algo los no profesionales del estudio.

          Tu vida, si no lo practicas todavía cambiaría. Te sentirías más a gusto; más feliz; la vida te resultaría con más aliciente.

          No es necesario que este horario del espíritu sea rígido; puede acomodarse a las circunstancias propias. Aunque de suyo se practique a la misma hora, si surgen necesidades, se puede trasladar a otros momentos. Lo importante es que por nada del mundo se supriman los diez minutos de oración y el cuarto de hora de lectura espiritual.

          Es muy útil esta distribución. Sin ella se pierde el tiempo fomenta la indecisión, se pueden descuidar las obligaciones, no hay lugar a vacilaciones y dudas.

          Las rutinas diarias y trabajillos normales también son necesario tengan un horario dentro de los posible.

José María Lorenzo Amelibia  

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