1. Cuando nos dejamos dominar del halago del placer, perdemos nuestra libertad.
Sáname, Señor
2. Un instinto profundo nos dice que la pena es instrumento de reparación y de expiación. 3. “Mortificad vuestros miembros que son terrestres”. (Col. 3,5) 4. Dios se reserva el poder dirigirnos por el consuelo o la prueba. 5. La mortificación falsa hiere sin discernir, bajo el impulso del genio del mal. 6. La idea del sacrificio por sí mismo es diabólica; pero nada de lo divino degrada. 7. “Heriré y sanaré”. (Deut. 32, 39) cuando el sacrificio es útil para la vida. 8. Muchas penitencias son fáciles: sobriedad en alimentos y vida, paciencia, ordenar...