Criticaba un lector esporádico: "Me gustan, sí, estos artículos: son muy directos, su enfoque altamente espiritual, pero los encuentro como muy individuales, demasiado intimistas."
En ningún momento deseamos, amigos de este rincón del espíritu, vivir aislados, mantenernos al margen de la comunidad cristiana. Pero también la comida es individual, aunque se realice en familia o dentro de un nutrido grupo de compañeros.
De la dedicación a la vida interior saldremos robustecidos para lanzarnos a la conquista del mundo, "practicando el amor en la verdad".
Es necesario emplear tiempo y esfuerzo en la oración personal, en la lectura prolongada de las cosas de Dios, en saborear el gozo y la paz de ser templo de la Santísima Trinidad, hijo de Dios, miembro vivo del Cuerpo Místico de Cristo. Embriagarnos de Amor dentro de la intimidad de Dios. Dejarnos empapar de su bondad.
Y desde ahí darnos, entregarnos a los demás, ser fermento en la masa.
¡De verdad!: seremos mucho más efectivos. La fuerza del Evangelio ahora se centuplica. Porque Jesús eligió a sus Apóstoles "para que estuviesen con El, y para enviarlos a predicar."
Podremos exclamar después: "Vivo yo, mas no yo, porque vive en mí Cristo."
Difícil será relacionarnos en profundidad con otras personas, si nos encontramos ausentes de nuestro propio yo.
José María Lorenzo Amelibia
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