Imposible mantener una amistad

Enfermos y debilidad

Imposible mantener una amistad 

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¿Amistad aquí?

 El año 1997 estrené mi página web; fue de las pioneras con sentido religioso; tuve la suerte de un buen asesor en estas lides de la informática. En estas dos décadas y pico he mantenido y utilizado mucho el correo electrónico; me han llegado algunos miles de cartas. Entre ellas varias decenas verdaderamente curiosas. Una de ellas venía de América; supongo que, con nombre fingido, pues es una manera de guardar el anonimato más absoluto. Decía así más o menos:

“Estimado padre: leo con interés su página web de espiritualidad. Y espero ahora que usted me ayude en un asunto, mitad espiritual, mitad psicológico. Soy una persona culta y con vida de oración. Comprendo que para hacer el bien es necesaria la amistad sincera y eso he pretendido. Pero, no sé por qué, todos los amigos me van dejando solo. Repetidas veces oigo de mí que soy soberbio, pero a mí, sinceramente, no me parece; elijo los últimos puestos, perdono cuantas injurias me hacen. Mi único defecto puede ser mi dureza e intransigencia con el error y con el mal. Todo el mundo me dice que tengo don de gentes, pero todos mis amigos me han abandonado”.

Le respondí diciéndole mi punto de vista; quise que reflexionara sobre su comportamiento, su posible convicción de superioridad, excesiva autoestima. Cruzamos varias cartas y ya no me podido mantener contacto con él. Se ha esfumado.

 Me hicieron reflexionar mucho esta serie de cartas. Me di cuenta de un sufrimiento en el que antes no había reparado, el social. Tiene que ver con dificultades interpersonales, imposibilidad de mantener relaciones de amistad; son personas con una identidad confusa; manifiestan cierta incapacidad para el mutuo dar y recibir; quieren siempre ser los preferidos, tener razón en todo. En una palabra imposibilidad para la inserción social, debido a su autoestima exagerada, a creerse superiores a cuantos les rodean. Suelen ser gente buena, inteligente, pero con una extraña sensación de su altura y categoría de persona. ¿Tal vez rayanos en la paranoia? No lo sé.

 Ellos mismos no se consideran enfermos ni débiles; pero se trata de una extraña anemia del espíritu: se creen “distintos de los demás hombres”; y su sufrimiento es grande. El remedio, muy difícil. Porque deben partir estas personas de un principio que siempre negarán: la igualdad sustancial entre todo ser humano. Conviene que repitan aquello que lo aprendí en latín y en algún otro artículo he mencionado: “Soy hombre, y nada de lo humano lo juzgo ajeno a mí”. Si quienes tanto sufren comienzan por admitir estos principios sencillos y evidentes, pronto mejorarán y serán capaces de mantener amistad.

José María Lorenzo Amelibia  

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Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/       

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