Inseparables amor de Dios y a nuestros semejantes

Espiritualidad

Inseparables amor de Dios y a nuestros semejantes

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¿Qué le daré al Señor por cuanto de El he recibido? Así suelo pensar; esa frase, repetida mentalmente todos los días durante la comunión, llena mi alma de agradecimiento. Recibimos con la mayor frecuencia el gran don de Dios: su amor. Y con él, el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía. Y yo pienso: lo primero debo darle al Señor en compensación de su amor, es el amor al prójimo.

"Tomaré el cáliz de la salvación e invocaré su nombre" La mejor acción de gracias después de comulgar: Salir encendido de allí de amor al prójimo. Y no contentarnos sólo con no aborrecer, sino con un amor total. ¡Cuánto debiera yo pensar en esto! Algunas veces me lo repito. Pero a juzgar por los frutos, todavía me lo debiera repetir muchas más. Sólo por la caridad nos debemos distinguir de los no cristianos. Y la vida pasa; y nunca acabamos de aprender bien esta lección: la más importante de nuestra vida. A veces cunde el desaliento al reflexionar, ¡cuándo puedo yo tener esa caridad tan profunda! Pero el hecho de desearla ya es una señal buena de que ha comenzado a nacer.

José María Lorenzo Amelibia  

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