Para obispos y todos los demás. LXIX VIDA DIARIA, Y VIDA DE HOGAR

  La vida de un cristiano, sacerdote, padre y abuelo

 Testimonio humano - espiritual de un sacerdote casado.

Autobiografía.

LXIX VIDA DIARIA, Y VIDA DE HOGAR

TRANQUILICE A ANGELINES. Mi seguridad es total. Antes de conocerla, después de mucha oración y reflexión, ya había decidido yo contraer matrimonio. Únicamente me faltaba encontrar la persona. Ahora ya la he hallado.

hogar

Hogar alegre

La generosidad de Angelines era grande. Estaba dispuesta a permanecer en la sombra, a ser el manantial oculto con sus escritos, sin esperar nada a cambio. En ningún momento quería forzar una decisión, que sólo a mí correspondía. Nunca olvidaré su amor desinteresado dispuesto al sacrificio. Esta postura me llenó de emoción

En cuanto llegué a Loroño solicité teléfono. Siempre me ha gustado comunicarme con el exterior. Este moderno aparato me ha evitado muchos kilómetros y muchas preocupaciones. Atendía a mi madre dentro de mis posibilidades. No me gustaba dedicar horas enteras a charlas inútiles. Hablaba con ella en el momento de las comidas y algún ratillo alguna tarde. Normalmente el tiempo libre lo dedicaba a la lectura y al estudio. No me decidí a referirle mi problema interior; lo único que hubiese conseguido hubiera sido preocuparla inútilmente. Por otra parte, yo no había recibido una educación tan abierta como para comunicar estas cosas con mis padres. Tarde o temprano, mi familia se enteraría de mi decisión. Es pena no poder encontrar una ayuda en los progenitores respecto a los problemas íntimos. Ellos no tienen la culpa: son hijos de su época.

Una noche de setiembre del 67, notamos algo raro: las paredes se movían; se percibió un ruido sordo bajo los pies. Pensé que corríamos peligro, y salimos todos al centro de la plaza. Me di cuenta de que se trataba de un terremoto. Afortunadamente sólo fue un susto. Tres veces en mi vida he presenciado movimientos sísmicos: la primera en el seminario a las ocho de la mañana; la segunda en Rumos, mi antiguo pueblo, durante la celebración de la Misa. El ruido y los síntomas son inconfundibles.

Marché a "Ejercitaciones por un mundo mejor", a La Granja de San Ildefonso. No consiguió mi alma un empuje notable. Allí encontré a mis amigos Goyo y José Gómez de Segura con quienes conviví en hermandad. El regreso lo efectuamos por Valencia y Teruel; resultó una excursión grata en medio de un calor abrasador. No podíamos calmar la sed. El sueño logró lo que cien bebidas no consiguieron.

Gómez de Segura me visitaba con frecuencia de paso a Javier, cuando llevaba a un pequeño estudiante de jesuita a su colegio apostólico. En ocasiones mi madre preparaba la comida y marchábamos al santuario navarro en peregrinación. En este mismo templo, corazón de Navarra, celebraban todos los años la jornada dedicada a la madre de los sacerdotes. La mía tomó parte y recibió la insignia que la llenaba de orgullo. Por cauces muy distintos iban los estudios de los sicólogos con relación a las madres de los sacerdotes.

Creo que un celibato no se puede realizar en todas sus exigencias dentro del ámbito familiar. Desde el momento en que uno depende de su madre, hermana, tía o lo que sea, no se siente liberado. Pierde en esos casos una de las finalidades más importantes de esa drástica ley. Por otra parte ¿no es peor estar casado con la familia, el dinero o el poder, que desposarse con una mujer?

Publico en pequeñas entregas la verdadera historia de mi vida de cristiano, sacerdote, padre y abuelo. Por razones obvias son supuestos los nombres geográficos de mis lugares de adulto. A muchos puede interesar.

José María Lorenzo Amelibia 

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3 Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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