Más de cincuenta años sin readmitir a los sacerdotes secularizados... y somos sacerdotes LXXXIII  La nueva vida, el nuevo hogar compartido

La vida de un cristiano, sacerdote, padre y abuelo

 Testimonio humano - espiritual de un sacerdote casado.

Autobiografía.

LXXXIII  La nueva vida, el nuevo hogar compartido

nuevo

Nuevo hogar

DOS SEMANAS escasas permanecimos en casa solos. No le fue a mi madre bien por San Sebastián, y quiso pronto volver. Nuestra luna de miel no duró mucho tiempo.

Yo tenía que tomar posesión definitiva, y para ello dejar el colegio de San Ignacio, donde estaba como propietario provisional. Visité con mi mujer todos los pueblos vacantes; así conocimos la provincia de Alava. No fue malo mi pueblo en propiedad: Maestu. Media hora de coche desde la Ciudad, aunque con un puerto por medio. Recordaba mis pequeñas parroquias rurales.

En Vitoria no pudimos conseguir trabajo para Angelines. Se colocó en Legazpia con tres días de clase por semana. Aquel primer año nuestro domicilio nos sirvió de dormitorio.

Me encomendaron niños de segundo curso. Tan sólo eran diecinueve. La enseñanza, individualizada. Formábamos un grupo de amigos, y me llegaban noticias de que a los padres les gustaban mis métodos. Comíamos juntos los profesores en el refectorio escolar. A causa de mi estómago delicado tenían que pasarme en puré las legumbres, y en lugar de carne guisada, tomaba tortilla francesa.

Cuando me enteré de mi nuevo destino, escribí a Lucas Doncel párroco de Isquiz, con el que me unía relativa amistad desde los tiempos de seminario. Muy ladino, corrió la voz por todos los rincones, declarando mi estado anterior, mas nunca fue capaz de ir a saludarme cuando entraba en el colegio a catequizar a los niños. En el mes de abril nos tropezamos, y no tuvo más remedio que dirigirme la palabra. ¡Demasiado tiempo ocho meses de espera para viejos amigos! Visité a principio de curso al párroco; me ofrecí para colaborar en la catequesis, y le propuse que me llamara a alguna reunión. Pareció que la idea le agradaba. Pareció. Mas invadió él mi aula para explicar doctrina cristiana, y nunca me avisó de los encuentros de curas de la zona. ¡No pertenecía yo al gremio! Y, poco constante, dejó sin avisarme la obra emprendida con los niños. Yo suplí contento sus ausencias.

En Maestu, aunque el clima es frío, luce el sol radiante, sin nieblas que lo eclipsen ni humos que contaminen. Aprovechaba el calor suave de mediodía para pasear por aquellas carreteras libres de vehículos agobiantes. Recordaba mis tiempos no lejanos de cura rural, mas nadie me lanzaba el piropo: "¿Paseando, eh"?

Se acercaban las navidades primeras de nuestro matrimonio. Angelines, según lo convenido entre los dos, traería a su tía a residir con nosotros. Opinaba yo que convenía retrasar la llegada al menos hasta el mes de abril. Mi mujer se angustiaba pensando que un retraso de tres meses resultaría fatal para la salud de su tía. Se cumplió su deseo .

Se lo habíamos comunicado a mi madre, como de costumbre, a última hora. Le afectó mucho. Hay que tener en cuenta que en el corto espacio de un año su vida giró por completo. Llegué a pensar con ingenuidad que esta última nueva podía resultar gratificante para mi madre. Dos mujeres mayores, creía, podían ayudarse y acompañarse mutuamente. Pequé de inexperto sicólogo. Enferma llegó tía Ángeles y la cuidamos con solicitud. Con cariño acudí a la casa donde servia para recogerla. Su nueva vida le resultaría descansada, sin sensación de esclavitud. Pero no fue posible una acomodación gozosa. Mi madre va perdiendo fuerzas; su ancianidad avanza inexorable. ¡Cuánto sufro al no poder darle en los últimos años de su vida la paz y sosiego que se merece! Me gustaría que en mi hogar todos se sintieran libres e independientes, y a la vez con gran confianza.

Publico en pequeñas entregas la verdadera historia de mi vida de cristiano, sacerdote, padre y abuelo. Por razones obvias son supuestos los nombres geográficos de mis lugares de adulto. A muchos puede interesar.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3 Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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