RICOS

          Muchas personas se pasan la vida atesorando riquezas. A los pocos años de reunirlas no tendrán mas remedio que abandonarlas para

siempre. Se están equivocando. En vez de fabricarse una mansión eterna en el cielo, "por si acaso nada existe después" edifican sus palacios y fincas de recreo.  Pronto cunde en ellos la desilusión al comprobar que esta vida se les acaba.

          A pesar de todo, son legión quienes prefieren cincuenta años de ser millonarios y poderosos en la tierra antes que una eternidad cierta feliz, pero vista aquí tan sólo a través de la fe.

          El tiempo es breve, amigo. Piénsalo bien.

          Sé magnánimo.

          El magnánimo es un espíritu selecto, exquisito, superior.  No es envidioso ni rival de nadie, ni se siente humillado por el bien de los demás. Es tranquilo, lento, no se entrega a muchos negocios a la vez, sino a pocos y grandes o espléndidos. Es sincero, poco hablador y amigo fiel. Olvida fácilmente las injurias y no es vengativo. No se alegra fácilmente de los aplausos ni se entristece por los vituperios. Si tiene bienes de fortuna, emprende obras espléndidas a favor de los necesitados: crea puestos de trabajo e invierte gran parte de sus ahorros en obras de beneficencia para atender a los más necesitados. Nadie que a él acuda quedará sin ayuda generosa.

          Si Dios ha permitido tus riquezas, espera tu magnificencia.

José María Lorenzo Amelibia  

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