OBISPOS, sed santos como San Juan Fischer, obispo de Rochester, mártir

Para los Obispos

OBISPOS, sed santos como San Juan Fischer, obispo de Rochester, mártir

* Beverley (Inglaterra) 1469 +1535 Memoria, 22 junio

Este santo mártir nació en Beverley, Inglaterra, en el año 1469, su padre murió cuando Juan era todavía muy niño. A los 14 años ya era el más sobresaliente entre sus compañeros estudiantes, y a los 20 fue nombrado profesor del colegio San Miguel. Se doctoró con gran brillo en la famosa Universidad de Cambridge, y a los 22 años, obtuvo ser dispensado de la falta de edad, y fue ordenado sacerdote. Poco después recibió el nombramiento de vicecanciller o vicerrector de la gran universidad.

Margarita, la madre del rey, al quedar viuda por tercera vez, dispuso dedicarse a la vida espiritual, e impresionada por la santidad y la sabiduría de Juan, lo eligió como su director espiritual.


Juan fue elegido Canciller de la Universidad y este cargo lo tuvo hasta su muerte. Era un verdadero sabio y un gran benefactor.
En 1504 fue elegido nuestro santo como obispo de Rochester, cuando sólo tenía 35 años. Y él se dedicó a este oficio con todas las fuerzas de su recia personalidad. Con un entusiasmo no muy frecuente en su época, se dedicó a visitar todas y cada una de las parroquias para observar si cada uno estaba cumpliendo con su deber, y animar a los no muy entusiastas. A los sacerdotes les insistía en la grave responsabilidad de cumplir muy exactamente sus deberes sacerdotales. Iba personalmente a visitar las chozas de los más pobres. Distribuía limosnas con enorme generosidad, y en su casa siempre las puertas estaban abiertas para recibir a visitantes, peregrinos y necesitados.
Y aunque parezca imposible, además de todos sus demás trabajos, dedicaba horas y horas al estudio y a escribir libros. Se hicieron famosos sus discursos fúnebres a la muerte del rey Enrique VII y en el funeral de la reina Margarita.
Aunque era obispo y además canciller de la universidad, llevaba una vida tan austera como la de un monje. No dormía más de seis horas. Hacía fuertes penitencias. En su mesa tenía frente a sí una calavera, para recordar que también a él le llegaría la muerte y la hora de tener que darle cuentas a Dios de todos sus comportamientos.
Decía que su deporte favorito era leer. Sus ahorros eran para comprar nuevos libros, que después de leídos los obsequiaba a la Biblioteca de la Universidad.
Cuando le ofrecían otras diócesis que producían más en dinero, respondía: "No cambio a esta esposa pobre pero amable y muy fiel, por la viuda más rica que exista".
Cuando Lutero empezó a difundir los errores de los protestantes, el obispo Fisher fue elegido para atacar tan fatales errores, y escribió cuatro voluminosos libros para combatir los errores de los luteranos. Esto lo hizo famoso.
El embajador de España llegó a afirmar que el obispo Juan era el prelado más santo del país en ese tiempo. Y el rey de Inglaterra exclamó: "ningún otro reino tiene actualmente un obispo tan sabio y tan santo como Juan Fisher".
En un Sínodo o reunión de todo el clero de Inglaterra, el obispo Fisher protestó fuertemente contra la mundanalidad de algunos eclesiásticos, y la vanidad de aquellos que lo buscaban eran altos puestos y no la verdadera santidad. Criticaba fuertemente los defectos que era necesario corregir, pero él personalmente daba muy buenos ejemplos de vida santa.

José María Lorenzo Amelibia   

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