Obispos, sed santos como Beato Juan Juvenal Ancina, obispo

 Para los Obispos

Obispos, sed santos como Beato Juan Juvenal Ancina, obispo

1545 - †: 1604 Memoria, 30 de agosto

Final de la semblanza
El 19 de octubre de 1545, nació en Fossano, del Piamonte, el hijo primogénito de Durando Ancina y de su esposa Lucía. Durando Ancina pertencía a una distinguida familia española. El niño recibió en el bautismo el nombre de Juvenal.

El beato Juvenal era muy amante de la música. Se dice que «quería que las Vísperas se cantasen con la mejor música posible, o por lo menos en el mejor estilo gregoriano», aunque tal vez no todos los lectores estén de acuerdo con esta distinción.

La caridad del P. Juvenal era ilimitada y se manifestaba en las formas más originales; por ejemplo, tenía cuenta abierta con un barbero, a quien solía enviar a cuantos pobres encontraba con el cabello o la barba descuidados.

Hacia 1595, cuando llevaba ya cerca de diez años en Nápoles, el beato se vio acosado de un gran deseo de vida contemplativa. Por otra parte, se sentía desanimado a la vista de la miseria material y moral que le rodeaba y que no podía remediar.
Los cuatro años siguientes trabajó infatigablemente por ayudar a los piamonteses, y en esa época conoció y se hizo amigo íntimo de san Francisco de Sales.
Obispo
En 1602, el duque de Saboya pidió a Clemente VIII que nombrase obispo para las dos sedes vacantes de sus dominios, y el Papa rogó personalmente al beato Juvenal que aceptase una de las diócesis. El beato asintió, diciendo: «Es tiempo de obedecer y no de huir». El 19 de septiembre fue consagrado obispo de Saluzzo por el cardenal Borghese. Las dificultades no se hicieron esperar. Cuando el beato llegó a tomar posesión de su sede, comprendió que, debido a ciertos manejos del duque de Saboya, sólo podía hacerlo rompiendo con él o comprometiendo los derechos de la Santa Sede. Así pues, se retiró a Fossano, desde donde escribió una carta pastoral a su grey y se entregó a las obras de misericordia en su pueblo natal.

Uno de sus primeros actos fue la celebración de las «Cuarenta Horas», práctica hasta entonces desconocida en el Piamonte. A fines de 1603, emprendió la visita de su diócesis. Las curaciones y profecías del beato empezaron a multiplicarse. Según se dice, poseía el don desconcertante de predecir correctamente las muertes próximas.

Antes de emprender la visita, había predicho su propia muerte, que tuvo lugar en Saluzzo pocas semanas después del fin de la visita a la diócesis. Había en dicha ciudad un fraile mezclado en intrigas amorosas con una monja. Cuando el beato lo supo, mandó llamar a los dos culpables, los amonestó bondadosamente y les previno que tomaría medidas más severas si continuaban.

El día de la fiesta de San Bernardo fue a oficiar en la iglesia de los conventuales franciscanos, por ser la fiesta titular del santuario y se quedó a comer con ellos. El malvado fraile a quien el beato había reprendido, aprovechó la oportunidad para envenenar la copa de vino del obispo. Antes de vísperas, el varón de Dios se sintió enfermo y cuatro días más tarde, tuvo que guardar cama. Falleció al amanecer del 31 de agosto. Un cartujo escribió: «Murió por la causa de la virtud, de la religión y de Cristo y, por consiguiente, fue mártir». Como san Juan Bautista, el beato Juvenal «conquistó la palma del martirio por no haber tenido miedo de clamar la verdad». Los milagros se multiplicaron durante sus funerales. En vez de la misa de requiem, se celebró la misa del Espíritu Santo. La causa de beatificación se introdujo en 1624 y, tras algunos incidentes y dilaciones, llegó a feliz término en 1869, cuando el Concilio Vaticano I acababa de reunirse; aunque no está beatificado como mártir.
El P. Carlos Bowden publicó en 1891 Life of Bd John Juvenal Ancina; se trata de una biografía muy completa, con un admirable retrato del beato. El autor menciona en el prefacio la biografía escrita por el P. Bacci (1671), en la que se basó principalmente. En un artículo de Analecta Bollandiana, vol. XXVIII (1909), p. 243, acerca de la obra del P. Duver, se hace notar que los biógrafos del beato han dejado de lado hasta ahora ciertas fuentes, en particular los apuntes biográficos del P. B. Scaraggi, que fueron revisados por G. M. Ancina, hermano del santo obispo.

José María Lorenzo Amelibia

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