Obispos sed santos como San Cesáreo de Arlés

 Para los Obispos

Obispos sed santos como San Cesáreo de Arlés



* Francia 470? + 27 agosto 543

San Cesáreo



Parece que era de familia acaudalada. A los 18 pide a su obispo que lo admita en el clero. Poco después se retira a Lerins y allí disfrutó de la vida monástica. A pesar de ser mayordomo de la comunidad, su salud se quebrantó a causa de tanta mortificación. Años más tarde recibe la encomienda de restaurar la disciplina en un monasterio. A la muerte de su obispo recibe la consagración episcopal para sucederle en la sede primada de Galia. Se preocupó mucho de los monjes y monjas y redactó reglas monásticas. También reformó el clero de su diócesis con gran éxito. Se le puede considerar como uno de los fundadores de la Iglesia francesa.

Fue un orador cercano y sencillo. Animaba con gran unción a servir y amar a Dios. Gustaba mucho a las personas de aquella época su manera de enseñar y animar en el servicio de Dios. Era un auténtico catequista y un gran moralista en el sentido de que animaba a todos a practicar la virtud hasta llegar a la perfección. En la consagración de un templo dijo estas palabras: "Hoy celebramos por la benignidad de Cristo la dedicación de este templo; pero no debemos ser el templo vivo y verdadero de Dios. Con razón celebran los pueblos cristianos la solemnidad de la iglesia madre, ya que son consciente de que por ella han renacido espiritualmente".

En otro sermón decía: "Todos desean alcanzar la misericordia, pero son pocos los que deseen practicarla". Y exclamaba: "En este mundo Jesús padece frió y hambre en la persona de todos los pobres, como dijo Él mismo: "Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis". "Practicad, pues, la misericordia terrena y recibiréis la celestial. El pobre te pide a ti y tú le pides a Dios; aquél un bocado, y tú la vida eterna".

Y en otro sermón: "Ya que Cristo con su venida arrojó de nuestros corazones al demonio para prepararse un templo en nosotros, esforcémonos , con su ayuda, para que Cristo no sea deshonrado en nosotros por nuestras malas obras".

Usaba mucho de la imagen para penetrar mejor en sus fieles. Y así les dice: "Debemos disponer nuestras almas del mismo modo como deseamos encontrar la iglesia dispuesta cuando venimos a ella. ¿Deseas encontrar limpia la basílica? Pues no ensucies tu alma con el pecado. Si deseas que la basílica esté bien iluminada, Dios desea también que tu alma no esté en tinieblas sino que "brille en nosotros la luz de nuestras buenas obras y se glorificado Aquél que está en los Cielos"".

Se le considera también como un gran teólogo en la lucha contra el pelagianismo.

José María Lorenzo Amelibia

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