Pensar más en las leyes que dictan

Para los Obispos.

Pensar más en las leyes que dictan

codex

 Debieran pensar nuestras jerarquías eclesiásticas más en las leyes que imponen. A mí siempre me ha impresionado eso del ayuno y la abstinencia que de vez en cuando menciono. Me causa pavor el pensar que una persona se pueda ir al infierno por haber comido tocino un día de abstinencia. Sé que me dirán mil razones para disimular el problema. Pero ahí está. Me impresionan muchos preceptos eclesiales que los moralistas y canonistas los consideran graves; me apabulla eso con que amenazan algunos obispos o jerarcas, cuando a uno le mandan algo con estas palabras: “graviter onerata ejus constientia! o sub gravi”.

Sé que escribí algo de esto en otra ocasión, pero no me importa. Es que deseo llegue a oídos de quien corresponda. Porque a mí me duele mucho que la Iglesia, madre de salvación, esté amenazando con estas peladillas a las personas timoratas.

Creo que lo que procede es la acogida, el perdón, el estímulo hacia la verdadera caridad. Del breviario parece que no se habla. ¿Han dejado zanjada la cuestión? ¿Fue necesario para ello que una gran masa de curas se rebelara contra aquel precepto y dijera en la práctica que no se lo creían, ni los mismos que dictaron la ley, que se trataba de pecado? ¿Fueron los moralistas y liturgistas quienes amedrentaban las conciencias? ¿Qué ocurre con los pecados cometidos con aquellas desobediencias prístinas? Porque yo recuerdo de pequeño que, del ayuno eucarístico, desde las doce de la noche antecedente, decían que era grave. Incluso me viene a la memoria el dicho de una anciana contra Pío XII, que fue quien redujo la ley del ayuno eucarístico: “Si el Papa quiere condenarse que se condene; yo seguiré con el ayuno”.

Quisiera que alguien diera luz a estos interrogantes, a estas cuestiones, pero alguien con verdadera autoridad. Quisiera que un Papa hablara sobre esto con claridad y no lo dejara en mano de unos cuantos teólogos, teologuillos, canonistas o mercachifles.

Entretanto, hermanos, sí, sigamos obedeciendo. Porque en cuestiones de conciencia, no vamos a hacer huelga. Y quienes mandáis en la Iglesia, no abuséis de vuestra misión. Porque no es condenar, sino salvar. ¿O no?

 José María Lorenzo Amelibia

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