Perder el empleo puede causar enfermedad

Enfermos y debilidad

Perder el empleo puede causar enfermedad

 Dicen que la persona sana se distingue por estar en condiciones de amar y trabajar. Y es cierto que el trabajo es fuente de felicidad, aunque también de estrés. Entre estos dos polos se encuentra nuestra vida laboral, según la satisfacción o contratiempos que engendre. ¡Del paro, líbranos, Señor! Es un verdadero problema y hemos de hacerle frente de manera que no se apodere de nuestro espíritu.

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Un parado triste

No podemos cerrar los ojos ante la tragedia del desempleo; es preciso reaccionar. Durante la gran crisis mundial del 29 y años siguientes, creció el paro desmesuradamente; y con él la cantidad de suicidios, enfermedades mentales y muertes precoces. Es una verdadera situación de alarma. Ahora dice la real Academia de Medicina que se van a crear unidades de atención para las personas que pierden o no consiguen un trabajo.

 Nuestros jóvenes descolocados entorpecen el desarrollo de su personalidad y llegan a perder autoestima; incluso no maduran en el aspecto afectivo, al sentirse incapaces de formar un hogar. El padre de familia sin trabajo será más proclive a la dependencia de su familia primitiva; dentro del hogar se dificulta la convivencia, y se generan problemas de ansiedad. Las estadísticas dicen que el cincuenta por ciento de los alcohólicos se entregó a la bebida cuando perdió su empleo. La inactividad provoca además de tedio, cierta desesperación. Por eso es bueno, mientras se busca un puesto de trabajo, acudir a cursos de promoción laboral y similares.

 La satisfacción vital se apoya en varios principios: un objetivo o ideal religioso, social, humano. Una persona sin algo de esto camina como un sonámbulo, sin rumbo. El trabajo remunerado equitativamente sería el segundo pivote de apoyo existencial. Sentirse alguien valorado, querido, apreciado, sería otro soporte para nuestra paz interior. La convivencia armoniosa y el descanso suficiente también son necesarios. Por fin disponer de tiempo libre para nuestras aficiones o entrega altruista.

 Las personas sin empleo no han de perder el ánimo; han de buscarlo sin ansiedad, pero sin abandonar este objetivo pensando en la lotería o en alguien que venga a buscarlos. Vigilar por todos los medios para no caer en algo tan malo o peor que la depresión: la apatía y desinterés. Tal vez este sería el paso siguiente a la tristeza profunda. Yo suelo decir que el puesto de trabajo es como el aparcamiento en ciertas zonas: parece imposible. Pero dando vueltas, se suele producir algún hueco. Me basta con uno. Tardará más o menos, pero buscando, se encuentra. Así de simple.

José María Lorenzo Amelibia                                        

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