Precaución para proteger nuestra debilidad

Enfermos y debilidad

Precaución para proteger nuestra debilidad

 Hasta el siglo XIX, era un peligro evidente viajar por los caminos: los bandidos con frecuencia asaltaban a las personas. Muchas morían, otras eran vapuleadas y abandonadas medio muertas a la orilla de la senda.

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Siempre ha sido necesaria la precaución para proteger nuestra debilidad. Hoy más que de los bandidos hemos de preservarnos de muchos “hijos de papá”. Imagínate: vas tan tranquilo por la calle y desde una bici un jovenzuelo te arrea un fuerte golpe y grita: “feliz tortazo”; además lo hace en inglés para que no te enteres. Hay grupos de muchachos que se entretienen así, pero mientras golpea el primero, otro niñato, provisto de un móvil supermoderno, graba el suceso para regocijo posterior de un club de macarras señoritos.

 Este entretenimiento juvenil, por desgracia, está tomando auge. Nos encontramos impotentes ante situaciones de este tipo. Cometen ciertos adolescentes las mayores barbaridades, y lo hacen para divertir a sus camaradas y para sentirse ellos mismos poderosos. Me cuentan que, en Alemania, uno de cada diez jóvenes guarda un videoclip violento, y la gran mayoría declara haber visto una secuencia grabada por el teléfono móvil. Hay quien colecciona estas salvajadas y se jacta de haber filmado un montón.

 La ley ha salido ya en nuestra defensa. “Participar en la difusión de un delito o darle publicidad, también es delito”. Pero al ser muy jóvenes estos delincuentes, han de ingresar en centros especializados y por poco tiempo. ¡Mucha dificultad para reeducarlos! Es difícil determinar quiénes están detrás de estos vídeos violentos. Tampoco resulta fácil encontrar la causa por la que se ha llegado a situaciones tan absurdas y crueles. De hecho, muchos adolescentes se han aficionado a estos dislates después de una educación permisiva en exceso. Algunos comienzan sus tristes ensayos en la familia, agrediendo a sus progenitores, sobre todo a las madres. Después llegan al convencimiento de que, si uno no ataca, es cobarde y poco hombre. Ostentar la imagen de tipo duro es para estos muchachos signo de hombría y grandeza.

 Algunos padres han de refugiarse en una habitación para no ser atacados por su hijo. Chicos que llegan a arrojar por la ventana del octavo piso el televisor tradicional para que compren otro moderno. Otros, que le tiran a la madre con el plato en las narices porque les ha puesto una comida por ellos aborrecida. Un menor ha llegado a esta situación porque se ha acostumbrado a exigir todo; en nada se le ha contrariado. Los padres se dan cuenta de que la agresión cesa cuando se deciden a conceder el capricho. Y a esto hemos llegado. Es difícil educar haciendo caminar al joven contra corriente, pero mucho más insoportable e inmoral es llegar a estados como los descritos aquí.

 A mí me gusta – y me parece solución acertada – el refrán que de niño aprendí y me lo hicieron cumplir; por eso creo que soy una persona decente: “Atajar al principio el mal procura, si llega a echar raíz, tarde se cura”.

José María Lorenzo Amelibia                                        

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 Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

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