Primeros viernes y escapulario

 Enfermos y Debilidad

Primeros viernes y escapulario

viern

            Desde mi infancia me eduqué en los sentimientos cristianos más delicados. Entonces enfatizaban mucho nuestros sacerdotes y catequistas el problema de la salvación eterna. Esa había de ser la principal preocupación a lo largo de nuestra existencia terrena. Guardar los mandamientos para ir a Dios. Ser fieles a sus mandatos. Sí, ya nos explicaban el Evangelio: el capítulo VI de San Juan sobre la Eucaristía; también lo de “Venid benditos de mi Padre porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…” Todo esto lo daban por sabido, pero el acento lo ponían sobre todo en el escapulario del Carmen y los nueve primeros viernes de mes. Advierto que muchas personas de aquel entonces apenas se daban cuenta de las frases del Evangelio, y sí en estas dos prácticas. Hoy creo ponemos más las cosas en su punto, pero también es verdad que han caído en desuso, en ciertos sectores, lo del escapulario y primeros viernes.

 ¿Qué hemos de decir al respecto? Ante todo, que para la debilidad general de los humanos conviene concretar mucho. Y pienso que estas dos costumbres, aprobadas reiteradamente por la Iglesia, hemos de tenerlas en cuenta y procurar practicarlas y aconsejarlas, porque los primeros viernes de mes son una especificación de la promesa de Jesús sobre la Eucaristía. Cierto, se trata de una revelación privada del Corazón de Jesús a Santa Margarita María de Alacoque, y no es obligatorio darle nuestro asentimiento de fe, pero tan acorde con la promesa del mismo Jesús que es preferible tenerla en cuenta. Yo personalmente sigo practicando esta devoción. Y – así nos insistían nuestros educadores en la fe – no hemos de pensar que se trata de algo mágico: “Practico los primeros viernes y tengo el billete para el Cielo”. No es eso. Se impone la seriedad religiosa, y esforzarse por cumplir la voluntad de Dios.

 La devoción del Escapulario del Carmen, también es muy antigua y está avalada por muchos papas a lo largo de los siglos. Su origen fue una revelación privada de la Virgen María a San Simón Stock, carmelita santo. Prometió que se salvarían cuantos llevaran puesto el escapulario. Distintos pontífices han ido adecuando esta práctica a los tiempos modernos: primero se otorgó que, en lugar del escapulario carmelitano, demasiado grande para ir vestido con él por la calle, se llevara otro de tela, diminuto. Más tarde incluso se concede la medalla de oro o plata: ha de estar sellada por un lado con la imagen de la Virgen y por el otro con la del Corazón de Jesús. También yo la llevo siempre conmigo.

 Estas devociones me parecen excelentes, siempre y cuando no las consideremos como un pasaporte externo para la vida eterna, sino como consecuencia de una verdadera devoción a la Virgen, signo de predestinación, y como consecuencia de la promesa de Jesús en el Evangelio sobre la Eucaristía. Y jamás olvidar el amor a Dios y al prójimo ha de acompañar siempre nuestra vida. Por supuesto que estas prácticas nos han de ayudar a lo verdaderamente necesario: vivir en gracia de Dios y así nuestra muerte será también en gracia.

José María Lorenzo Amelibia

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

             Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba