Reflexiones mirando la foto de un cardenal

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Reflexiones mirando la foto de un cardenal

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 24 de agosto del 2009. Hoy he visto la foto del cardenal Amigo, ya maduro; cumplía setenta y cinco años. Vestía de color púrpura de arriba abajo, como corresponde a su dignidad cardenalicia; pelo blanco. Durante muchos años había sido el obispo más guapo de España. Hoy sacaban en internet su figura para recordarnos que ha presentado su dimisión del arzobispado de Sevilla al Papa, porque le corresponde por edad. Amigo, hombre discutido en su cargo; yo le tengo simpatía, pero la realidad es ésta: “Así pasa la gloria del mundo”. Esta frase les decían a los papas cuando eran elevados al Sumo Pontificado.  

¡Así pasa la gloria del mundo! Pero tanto el señor Cardenal como el último feligrés de la parroquia más pequeña, todos estamos llamados a algo mucho mejor; a algo que no tiene fin. Es verdad que para ello hemos de pasar por un patrón universal: la muerte. Por eso las almas santas llegan a desearla, aunque a la mayoría de nosotros nos parezca mentira y nos cause cuando menos, repelús.

 ¿La desean nuestros señores obispos, nuestros sacerdotes, nuestros religiosos, los seglares más comprometidos? Lo cierto es que somos creados por Dios para la vida; por eso la muerte por sí misma no la podemos desear. Pero tampoco temerla de una manera tan cerval. Dios es nuestro último fin. Caminamos hacia Él. Es el gozo supremo; la verdad infinita. Yo deseo verlo con toda claridad.

            En el Cielo no hay sombras, y en Dios todo es luz y vida. El Espíritu Santo nos enseña y orienta: deseamos y esperamos del Señor la vida perenne. Por eso todos queremos ir al Cielo. Otra cosa es que temamos la muerte; pero por algo los santos no la temían.

            Si la vida sobre la tierra se nos hace pesada, no es por lo que tiene de vida, sino de laborioso y molesto. Por eso cuando uno está en el poder; cuando le sonríe la comedia de este mundo, se suele agarrar a estas circunstancias halagüeñas. Así que, ¡viva la jubilación del obrero y la del poderoso! Así nos vamos preparando de una manera inmediata al encuentro del Señor.

            Nuestra naturaleza nos pide una existencia llena de paz, salud, sabiduría y amor. En este mundo la encontramos a retazos, y en momentos muy contados. Codiciamos el bien sin sombras. Dios nos creó para una vida feliz y si nosotros no nos alejamos de Él, si somos obedientes a Él y le amamos, nos la dará. Viviendo en fe y en caridad vamos a marchar con alegría hacia nuestro destino.

            Esto se me ocurría al contemplar hoy la foto de nuestro querido Cardenal Amigo. Dale fuerza en esta última etapa de su vida. ¡Y a todos nosotros!

José María Lorenzo Amelibia

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