Jueves Santo pratica el retiro Retiro de abril 2021 MARÍA EN LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

Retiro mensual.

Retiro de abril 2021 MARÍA EN LA PASIÓN Y MUERTE DE JESÚS

lavatorio

En el día de Jueves santo ofrezco este retiro en agradecimiento a su permanencia en la Eucaristía y de habernos entregado a su madre por nuestra.

Durante una mañana o una tarde vamos a permanecer con la Virgen María y la acompañamos en la vía dolorosa. Fomento antes de adentrarme en esta tarde o mañana de retiro estos pensamientos o sentimientos: Voy a hacer un esfuerzo lleno de paz por admirar, contemplar como algo nuevo todo cuanto voy a leer y meditar. Fomentar durante todo el tiempo de retiro el sentimiento de gratitud. Voy a unirme desde el primer momento a los dolores de Jesús y de María.

1.-       ¿Cuándo me levantaré hacia lo alto? Nubes plomizas cubren con frecuencia la nitidez del cielo. En medio del caos es María nave divina, surcando aires y tormentas; es María, estrella de la mañana, quien sirve de luz y esperanza en la noche oscura. Con María penetraré nubes de negrura, para de nuevo contemplar el firmamento. Ella después me mostrará horizontes despejados, y en el término, al mismo Dios. Me recojo profundamente. Miro a María cómo se comportaría cuando llegaban los días del dolor; la pasión y muerte de Jesús. Ella sabía esperar y sabía orar; enséñame, Virgen buena, a orar al pie de la cruz. Ven en mi ayuda, para que en estos días de cuaresma y semana santa sepa recogerme interiormente y vivir más a fondo los misterios de la pasión, muerte y Resurrección de Cristo.

2.- María cumplió la voluntad de Dios.   María nuestra madre daba muestras de cumplir en toda la voluntad de Dios. No se entrega alocadamente, sino cuando comprendió que esa era la voluntad de Dios pronunció el fiat. Y desde entonces fue consecuente con su entrega a Dios. Hasta la pasión y muerte de su hijo. Allí estuvo presente con Él. ---- Nosotros vamos a pedir la gracia de estar dispuestos siempre para cumplir lo que el Señor quiere en cada momento. Siempre dispuestos. No lo nuestro sino la voluntad de Dios. Quien contempla a la Virgen María se transforma poco a poco a la fuerza en una persona totalmente entregada a Dios.

3.- Leía los apuntes de una mujer joven con relación a María: "¡La Virgen ha hecho todo en mí! ¡Lo es todo para mí! Ella siempre me guía y me consuela. ¡No comprendo, Virgen María, cómo puede haber quien no te quiera; ¡quien desee ser bueno, amar a Jesús, y no te ame a ti!" Esta frase me hace reflexionar. Tal vez estoy demasiado olvidado de Ti y sólo tangencialmente te invoco. Sé que mi vida cristiana la puedo centrar de muchas maneras, pero en todas ha de estar Cristo en su vida entera y en su Eucaristía. Ha de estar la inhabitación de la Santísima Trinidad en mí. Y has de estar Tú, Virgen María, porque Tú estás unida a Dios de la manera más total, a partir de la Encarnación. Que mi vida interior esté siempre fundamentada en estos centros esenciales. Hoy deseo permanecer junto a ti y junto a Jesús para acompañaros en aquellos momentos de la pasión y crucifixión.

4.- Ser como tú, ser copia viva tuya, María. Te acompaño de una manera especial en los momentos de la vía dolorosa de Jesús. Aquello, sí, ya pasó, pero sé que mi oración de ahora influyó como alivio de Jesús en aquella vía dolorosa. Me uno a Cristo, me uno a ti, me uno a la Santísima Trinidad. Nuestro ideal seas siempre tú, Virgen María. Nos llevarás de la mano o en tus brazos hacia Jesús. ¿Dónde mejor encontraremos a Cristo que junto a su Madre? Me impresiona aquella cuarta estación del Vía Crucis: "Aquí Jesús, vio a María de tantos dolores llena que le causó mayor pena que la cruz que le oprimía. ¡Alma que ves a los dos en este mar de amargura: llora tú la desventura de haber ofendido a Dios!" Quiero, Virgen María, unido a ti, contigo entrar en la pasión de Cristo. - Nunca estuvo ella ausente en mi pensamiento; y no emprendo obra alguna sin contar con María. Hoy sobre todo quiero estar contigo. Jesús sufrió mucho en el viacrucis camino del calvario. A ti, Virgen María, traspasaban el alma los azotes que rasgaban el cuerpo de tu Hijo. "Oh María fuente de amor, haz que yo sienta tu dolor para que te sirva de alivio".

5.- Fueron tuyos, María, los dolores de tu Hijo; no los cruentos, sino en el orden moral. Me pongo junto a los dos, Madre e Hijo. Pienso junto a vosotros cómo Adán y Eva se unieron para el pecado; cómo Jesús y María se unen para el dolor. ¿Qué tendrá el dolor que se convierte en redención? Ayudadme a saber sufrir con paz, con esperanza, con ánimo y unirme a la pasión, muerte y Resurrección del Mesías. Deseo esta verdadera compasión: "padecer con". Porque así me uno a la redención, a la salvación del mundo y "sufro en mis miembros lo que falta a la pasión de Cristo", con María.

6.- Amaba la Virgen María a su hijo, el Hijo de Dios. Sabía que era Dios. Y se dolía con Dios en la pasión. ¡Dolor de una madre que, muriendo de pena, sobrevive! ¡Locura de amor de Jesús! ¡Locura de amor de María! Me lleno de admiración, de confusión, de respeto, de veneración, de gratitud, de piedad...

7.- Pensar un poco en la noche anterior a la pasión. Aquella noche de Jueves Santo, posterior a la Última Cena. ¡Qué noche tan llena de dolor para Jesús! María sabía que su Hijo había ido a orar al Huerto de los Olivos. Seguro que alguno de los discípulos fugitivos habría ido a contarle a María aquellos sucesos tan duros. Incluso es fácil que ella estuviera en la Última Cena para ayudar. Yo pienso que sí, porque si María es madre de Jesús, seguro que también lo es de la Eucaristía. Dolores del Hijo en Getsemaní que repercuten en el corazón de la Madre. Jesús sudaba sangre. María sufría con angustia y sin poder hacer nada. Sentía el impulso de correr hacia Jesús para ayudarle y nada podía hacer. --- Me uno a vuestro dolor. Me uno a la pasión de tu Hijo. Deseo vivir de cara al dolor y aceptarlo con amor.

8.- Durante toda la noche de Getsemaní, María sentiría deseos de correr hacia su hijo, de hacerle compañía. ¡Si ella le hubiera visto sudar sangre! Pero nada podía hacer; solo sufrir. Sabía - nos lo suponemos - que estaba sentenciado de antemano. Ella seguía de cerca siempre a su hijo y conocía todos los riesgos. Conocía el corazón despiadado de cuantos ostentaban el poder; sabía mucho de injusticias, y sufría por todo ello. La suma bondad de Jesús en la pasión sólo halló plena correspondencia en su Madre Buena, que le acompañaba compungida, sin dejarse ver hasta el pie de la cruz. --- "Oh Madre, fuente de amor: haz que sienta la fuerza de tu dolor, haz que contigo sepa llorar".

9.- Contemplo los dolores de la Santísima Virgen María que todavía eran mayores cuando se consideraba con fe la Madre de Dios. Lo creyó desde el momento en que le fue anunciado por el Ángel el misterio de la Encarnación. Sabía lo del Magníficat: que el Todopoderoso habría de dispersar a los soberbios con su brazo potente. Pero ahora había llegado el tiempo del poder de las tinieblas y habría de sufrir. "Oh Madre, fuente de amor: haz que sienta la fuerza de tu dolor, haz que contigo sepa llorar". "Haz que arda mi corazón en el amor de Cristo. Esto te complacerá".

10.- El mundo llama estúpidos a quienes participan de la "locura de Dios". Así lo hace con los mártires y con María. Para el mundo no existe el ideal; y menos aún el ideal de fe. Me uno a Jesucristo en su pasión. Me uno a María. Escucho la voz de Anás que le interroga a Cristo: "Yo te conjuro en nombre de Dios vivo que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios". - Tú lo has dicho - le responde Jesús -. Y aquella contestación; su testimonio valiente, pero necesario en aquellos momentos, le acarreó ser considerado como blasfemo. Para la Virgen María el mayor dolor - si cabe hacer distinción de categoría entre los sufrimientos - sería el ver que los jerarcas, quienes ostentan el poder religioso, se resuelven en contra de sus Hijo, del Hijo de Dios en quien ella creía del todo, a pesar de verlo carne de su carne y sangre de su sangre. ¡Porque la fe de María tenía mucho mérito! ¡Como la fe del sacerdote cuando en sus manos se transubstancia el pan en el Cuerpo de Cristo! --- Me uno a la fe de María; me uno al amor de María; me uno a su dolor y ofrezco junto a ella al Padre mis dolores, como "complemento" a la pasión de Cristo.

11.- Nadie pudo impedir a María acercarse hasta la misma cruz del Redentor. Allí estuvo junto a San Juan (Ver Jn. 19,25). Y asistió a aquella dura y cruel agonía. Todo lo aceptaba; lo mismo que aceptó el ser la Madre de Dios en la encarnación. Al pie de la cruz la vieron todos. Los últimos momentos junto a María. ¿Para el Hijo fue consuelo o aumento de dolor? Pero ella había de estar allí. No me extraña el título que le dan los teólogos de Corredentora. Fue firme y total su estancia junto al hijo agonizante; fue heroica su fortaleza al pie de la cruz. Y Jesús allí mismo nos la entrega como madre. "Mujer, ahí tienes a tu hijo... - y dirigiéndose a Juan - ...ahí tienes a tu madre". Y con estas palabras nos la entregó como madre a todos los cristianos... y todos los hombres están llamados a gozar de esta madre. --- Acepto. Agradezco. Acojo. Venero.

12.- Sus brazos son mi refugio en los días de temor e indecisión. ¡Quisiera amarte como nadie te haya amado y a Jesús por María! Mi deseo es contagiar de este amor a amigos, hermanos y familia, porque el amor es siempre difusivo. "Que quien me mire, te vea. "Quisiera ser transparencia de la Virgen. ---- Si se ha enfriado un poco con el correr de los años tu amor a la Virgen María, enciéndelo de nuevo en estos días cercanos a la pasión. Y, si todavía no lo has experimentado de lleno, pídelo con alma y vida. Toma, sí, en tus manos una estampa de nuestra madre y dile: Necesito tu amor para ser siempre mensajero del Evangelio.

13.- Vamos a pedirle a la Virgen que nos ayude a comprender la grandeza de nuestra vocación cristiana, sacerdotal o de almas consagradas o seglares comprometidos. Seguro que ella amaba su maternidad divina más que ninguna otra cosa. Vamos a pedirle que nos enseñe a vivir de verdad con ese espíritu que ella tuvo desde el nacimiento hasta la Resurrección del Señor. Ella nos a transformará en otro Cristo, si se lo pedimos con fe. "A Jesús por María". Que no nos sintamos indiferentes. Ella es nuestra madre. La vamos a recordar en muchos momentos. Y vamos a fomentar aquella ternura de nuestros tiempos mejores del alma: mirar con cariño sus estampas; visitar con piedad sus santuarios. Celebrar junto a ella la Navidad, la vida familiar y la pública de Jesús, la pasión y muerte, la Resurrección.

Examen práctico

- ¿Cómo es tu devoción a la Virgen? ¿La consideras fundamental? - ¿Haces oración a ella conscientemente?

            - ¿Cómo has celebrado el último sábado? ¿La última fiesta          mariana?

            - ¿Has acudido a ella en las tentaciones?

            - ¿Qué prácticas de devoción has hecho hoy a María?

            - ¿Tratas de imitarla sobre todo en su humildad y caridad?

            - ¿Criticas las prácticas sencillas de devoción mariana?

            - ¿Te contentas con una devoción exterior?

            - ¿Es demasiado racional? ¿Es al menos racional?

            - ¿Tu devoción es contante?  ¿Es sincera?

            - ¿Rezas todos los días algún misterio del rosario?

José  María Lorenzo Amelibia Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

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