SER SANTOS. AMAR MÁS A DIOS

Espiritualidad

SER SANTOS. AMAR MÁS A DIOS

saant9s

Tengo encima de la mesa un apunte de una carta del Padre Nieto a un sacerdote, antiguo ejercitante: "Firme en tu vida de intimidad con Jesús. Estás cerca, muy cerca de la santidad; no dejes el camino comenzado. Sigue con tu diario espiritual y enviando tu examen mensual. Dios te quiere santo y tienes que serlo. Lo más difícil ya está hecho. Falta un poco de perseverancia... Trabaja con fe. Ora y sacrifícate. El resultado ponlo en manos de Jesús."

Son medios de santidad. Estos u otros conviene seguir. Pero lo verdaderamente importante es lo primero: seguir firme en la vida de intimidad con Jesús. Ahí radica el secreto de la perseverancia. Cada día con más empeño. El padre Nieto...la santidad floreció junto a él como un prado en primavera. Y todavía anda mucha repartida por el mundo. Más el bien que está causando con el recuerdo de su vida y escritos.

Quisiera grabar en mi alma como a fuego esta frase meditada de continuo por el Padre Nieto: "El Padre me crió para que sea santo; el Hijo me redimió para que sea santo; el Espíritu Santo mora en mí para que sea santo." Esta frase le fue elevando a altas cumbres de perfección. Es simple, sencilla, pero llena una vida entera.

Desde mi primera lectura, procuro repetirla mucho en la oración. Y me va calando. Ojalá también penetre en mi modo de obrar. Pero lo esencial es que sea un criterio de mi vida. Te la transcribo por si pudiera servirte en tu vida interior. Otra frase meditada con frecuencia por este hombre santo: "He sido creado para Dios y para gozar de Dios". Esto es muy real. ¿Por qué no empezar a gozar de Dios en esta vida?

Y por seguir su ejemplo no me resisto a querer imitar esta otra costumbre: cada hora, o con la mayor frecuencia posible se recogía interiormente y echaba una mirada interior a su alma donde moran las Tres Divinas Personas, pidiendo gracia para pasar la hora en íntima unión y familiaridad con ellas.

A ver si nos seguimos esforzando tú y yo en alcanzar el grado de perfección, designado por Dios para nosotros. Ahí puede estar el secreto de la santidad. Dios se ha derramado en abundancia sobre nuestras almas. Nos va dando muestras de su amor en exceso. Tan sólo hace falta echar la vista atrás con un poco de fe. Hemos de estabilizarnos de verdad en esta luz divina del amor de Dios; que no se extinga jamás en nuestras almas. Que no nos cansemos de ser buenos. (A veces pienso: ¿de qué me puedo cansar, si casi se puede decir que no he empezado?)

Vamos a vivir la vida sobrenatural; vamos a tomar conciencia: de verdad Dios habita en nuestras almas en gracia; vamos a andar en todo momento en su compañía. No debiéramos mirar tanto las "causas segundas" sino trascender, elevarnos continuamente a través de todo hacia el Señor.

¡Cuándo me daré cuenta de aquello de la Magdalena: "una sola cosa es necesaria"! Cuanto más leo libros de espiritualidad, más ganas me entran de amar a Dios. Quizás tú también irás notando esto mismo en la lectura. Es como si uno desea amar al Señor como lo hicieron los santos. Aunque luego... ¿No sientes algo parecido? Dios va siendo poco a poco El Todo para nosotros. Al fin de cuentas El es el Trascendente. ¿Qué vale todo lo de este mundo? Vamos a ofrecerle una morada más digna en nuestro corazón; que no sea tercermundista. Vamos a ofrecerle algo demostrativo de lo mucho que le amamos. Vamos a animarnos en el amor de Dios. Esto es lo único necesario. Todo lo demás vendrá por añadidura. Vamos a servir un poco de pararrayos de los muchos pecados cometidos en el mundo. Vamos a ser sensibles a este amor del Señor hacia nosotros.

Vamos a procurar tú y yo amar a Dios cada vez más con un amor puro y desinteresado, sin buscarnos a nosotros mismos en el consuelo de ese amor. La verdad, Dios premia con una paz gozosa a quienes le aman. Por eso nuestro peligro sería buscarle por los consuelos.

A veces siento el amor a Dios tan evidente que digo: Merece la pena vivir; merece la pena, aunque no hubiera cielo; merece la pena sólo por el hecho de alabar a Dios Grande, Inmenso en su creación. Aparte de todo, Dios nos ha creado para darnos una vida feliz y eterna. Esto es algo maravilloso.

Leía en Tissot: debemos mantener el alma como una lira dócil en las manos del Espíritu Santo, para que El haga saltar de sus cuerdas la armonía de cada momento, de cada circunstancia llena de amor. Y también el sufrimiento puede emitir sonidos de belleza santa.

Tengo aquí, muy cerca, copiada una frase de Lacordaire. Unas palabras que dirigía él mismo a Magdalena tal vez en algún sermón: "No preguntes ya a nadie por El en la tierra, ni en el cielo, porque El es tu alma y tu alma es El". Cuando medito en esta frase me lleno de emoción: El es tu alma, y tu alma es El. Así quisiera que amáramos a Jesús. ¡Qué fuerza será para nuestra vida de amor al prójimo! ¡Qué ideal tan sublime! ¡Quien pudiera vivirlo siempre!

José María Lorenzo Amelibia  

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com  

Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/       

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.                                           Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba