San Juan Pablo II y San Paulo VI: imitables, pero no en todo. No son santos de mi devoción

Crítica Constructiva

Asociación de Sacerdotes Casados de España ASCE

Informa ASCE

Santos en el Cielo. Hemos de imitarles, pero no en todo...

San Juan Pablo II y San Paulo VI

Ya están canonizados Juan Pablo II y Paulo VI. Reconocemos y acatamos las muchas virtudes de ambos, pero hay algo que en ninguno de los dos nos inspira devoción ni admiración: la retención de las dispensas de celibato en el primero y las palabras tan poco halagüeñas (algunos las consideran incluso como insultos) que el segundo nos propinó en la Caelibatus Sacerdotalis.

Decíamos en el boletín de ASCE de 1980 lo siguiente:

“Representantes de la organización pro derechos humanos en la Iglesia acudieron al Nuncio para que hiciera llegar al Papa la súplica de 2300 personas, pidiendo que atiendan las peticiones de secularización. El Nuncio exigía para cursar la súplica mantener estricto secreto sobre el asunto. Al no poder aceptar este compromiso los representantes, el Nuncio se negó a utilizar los cauces diplomáticos para hacer llegar al Papa el escrito. La comisión estudia ahora la posibilidad de utilizar la intervención mediadora de Amnistía Internacional”. Nos referíamos a Juan Pablo II.

En esa época había varios miles de sacerdotes esperando la dispensa para poder contraer matrimonio canónico.

Recordamos que el matrimonio es uno de los derechos humanos según el nº 16 de la Declaración Universal de las Naciones Unidas, del 10 de diciembre de 1948: “Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia; y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio”.

En aquellos tiempos prácticamente no se reconoció este derecho a los sacerdotes. Por eso nuestro (por lo demás) querido Juan Pablo II, a quien reconocemos gran altura de santidad no puede ser santo de nuestra devoción. Pero creemos que, para elevar a los altares a cualquier cristiano, además de la santidad es necesaria la ejemplaridad, al menos en cuestiones de peso, como son los derechos humanos. Pero ya está hecha la canonización de ambos pontífices, de santa memoria, y la acatamos. Pero no nos resulta fácil rezarles. Que nos ayuden desde el Cielo. Allí están.
Y... Santos en el Cielo. Hemos de imitarles, pero no en todo...

José María Lorenzo Amelibia


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