Siempre con mitra y báculo

Asociación de Sacerdotes Secularizados ASCE

 

 Siempre con mitra y báculo

baculo y mitra

He conocido a un obispo que gusta de terminar sus celebraciones – siempre con mitra y báculo – en pueblos y ciudades, con una especie de recepción espontánea a los feligreses que se le quieran acercar. Y tiene éxito. Porque de siempre se le acercan personas; siempre le rodea un grupo; hablan con él unas palabras y se retiran. En ocasiones más de veinte hombres y mujeres se le han aproximado y con todos habla algo, bien sujeto a su báculo.

 Me ha llamado poderosamente la atención este fenómeno que no sé si se repetirá en muchas diócesis. Creo que no. Me llama admira más cómo ha podio conseguir este monseñor que se le arrimen las personas después de la Misa pontifical. Me lo contaba un amigo. Se aproximó al prelado por curiosidad. Le dijo obispo estas palabras: “Soy hermano del sacerdote XX a quien usted conoce mucho”. Y el monseñor le contestó: “Bien, bien”. Eso fue todo. Mi compañero se explayó conmigo decepcionado: “¡Cuánta escuela tiene este obispo!”

 En principio el gesto del monseñor parece bonito. Pero no me gusta el acercamiento a los fieles en esas circunstancia. Es un contacto preparado, un acercamiento otorgado por parte del Grande hacia el súbdito. Un paternalismo trasnochado y a la vez distante. Un popularismo rebuscado. Una campechanía ficticia. Una vanidad humilde. Algo rebuscado y ficticio. No me cuadra.

Me gusta el trato del obispo con la gente de tú a tú; sin los parapetos de la mitra y el báculo. Y es que todavía quedan en el pueblo resabios de ancestrales; gustan muchos de acercarse al varón religioso, revestido de sus atuendos simbólicos - verdaderos disfraces de hechicero en  expresión de un amigo – porque les parece aproximarse a lo mágico y encantador, a un ser divino distinto de los  humanos.

 Cuando yo era pequeño corría a besar el anillo al obispo, acompañado por la calle de cinco sacerdotes; y él, generoso, nos ofrecía su sortija al ósculo y daba la bendición. Me parecía aquel hombre algo bajado del Cielo. Todavía quedan en muchos esas reminiscencias infantiles de admiración, falso respeto y reverencia hacia aquellos que van disfrazados de un poder magno.

 Bien el respeto a la autoridad. Y bien el respeto a la sencillez del hombre de cada día. Pero sin disfraces.

Asociación de Sacerdotes Secularizados ASCE

José María Lorenzo Amelibia                                        

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

La capilla de mi Seminario

Volver arriba