Testimonio Comenzamos el curso

Comenzamos el curso

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Maestu
Y yo todo aquel curso di clases en Maestu. Visité al párroco; me ofrecí para colaborar en la catequesis, y le propuse que me llamara a alguna reunión. Pareció que la idea le agradaba, pero nada me avisó. ¡No pertenecía ya al gremio! Es más invadió él mi aula para explicar doctrina cristiana. Y, poco constante, dejó un mes más tarde la obra emprendida con los niños. Yo suplí contento sus ausencias. Es duro constatar cómo se alejan de ti los clérigos, por el hecho de haber dejado la clerecía. Pero el matrimonio no me quita el sacerdocio. Sigo dando mis lecciones siempre con espíritu sacerdotal. Aquel mismo curso los niños harían la primera comunión. Con mimo aprovechando cualquier circunstancia les iba preparando para el encuentro con Jesús.

La vida es lucha y es hacer camino, verdadera peregrinación hacia la meta, pero con los pies en el suelo y en la realidad de cada día. Me encuentro sereno y los contratiempos causados por el suave rechazo de los compañeros me sirve de purificación interior. Nunca de abandono de mi ideal sacerdotal. Al contrario: más empeño, mayor ilusión. La iglesia de aquel pueblo estaba abierta. Acudía con frecuencia a visitar a Jesús. Allí estaba el Señor, el que llenaba ni corazón.


José María Lorenzo Amelibia

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