Asociación de Sacerdotes Secularizados ASCE Tortura interior de muchos sacerdotes durante años
ASCE. CRÍTICA CONSTRUCTIVA.
| José María Lorenzo Amelibia
Tortura interior de muchos sacerdotes durante años
Sólo Dios capta el dolor de su renuncia. Dios y él mismo, el sacerdote. Los demás piensan: es su vocación. Con estas tres palabras justifican y reducen a la nada la tortura interior que ha de sufrir una persona durante años sin fin.
- "Me acercaré al Altar de Dios; al Dios que llena de alegría mi juventud." Así debe ser. La alegría es fruto del esfuerzo. Tiene que convencerse de que se encuentra contento. La autosugestión debe tomar parte en la lucha diaria. Acoger a Cristo en sus manos y darlo a los demás ha de granjearle tanta alegría como al enamorado su amor. Ver cómo las almas se transforman en una madurez cristiana, cómo quieren a Jesús, ha de compensar toda su renuncia afectiva. ¡Ilusión sacerdotal! Esto en teoría resulta hermoso y atrayente.
Pero... llegan las críticas del pueblo. Los roces inevitables de la convivencia. El fracaso apostólico diario. La repetición de actos sublimes que, con el uso pierden la virtualidad subjetiva. El celibato es entonces auténtico vacío. El corazón exige su complemento humano. Está dividido. Nos encontramos inmersos en la crisis más profunda. La luz de la ordenación, los fervores del seminario, el triunfo de la pureza con su carga mística, se hallan tan distantes en el tiempo que apenas resplandecen en la profundidad de su alma oscura. Brilla más el hechizo de la joven devota e idealista, con la que el clérigo desearía compartir su vida y caminar hacia aquella meta sublime soñada durante lustros.
El cuerpo también, lleno de vigor físico, exige su parte. Hay que mantener a raya las pasiones. En esto no se puede ceder.
El pensamiento trabaja en imaginaciones que es necesario erradicar. El sacerdote lucha contra nubes de miasmas en pugna por infectar su espíritu. Palabras que, después de la adolescencia, nada le sugerían, hoy se tiñen de todo su verdor: noviazgo, matrimonio, unión sexual. En ocasiones se desechan con un "no" rotundo que trasciende al exterior. Puede todo degenerar en un "tic" nervioso.
Y vuela la imaginación: ¿Cómo será la mujer en su intimidad? Nunca ha visto un desnudo fuera de las galerías de arte. ¿Será el placer sexual compartido lo mismo que el gozo solitario del orgasmo? ¿Cómo será la descarga afectiva en el ayuntamiento carnal? Curiosidad; deseo intenso; imaginación: todo se mezcla en su alma exigiendo la satisfacción del instinto desbocado.
Procura distraerse; cacerías en montes lejanos con amigos de tertulia; juego de naipes en veladas nocturnas invernales; lectura de libros que fomentan el cultivo del espíritu... (hablo de la segunda mitad del siglo XX, cuando abundaban los sacerdotes). Las almas tiran. Jamás podrá defraudar a la porción de su herencia.
La soledad es triste. En las noches frías, el viento silba a la cabecera de la cama. El silencio invita al amor. Después del descanso. Pero... ¡no! Mañana, otro día igual: la misa y el catecismo; la caza y la partida...
El amigo de equipo de matrimonios le comprendería. Mas... nada le puede decir. ¡Cómo va a desnudar así su alma! Aquél durante la noche, habrá desahogado su virilidad con la esposa elegida. Feliz comenzará la jornada de trabajo. Sus nervios habrán quedado templados tras el orgasmo lícito. El clérigo, en cambio, se levanta con el rictus de cansancio, de mal humor. Cultivará la oración; retorcerá su espíritu. Se mostrará afable. ¿Por qué ha de sufrir nadie con su drama interior?
Las confidencias del confesonario le llaman la atención. El diálogo normal con alguna penitente llega a excitarle, mas por nada del mundo haría traición a sus principios.
Más tarde la lucha habrá de librarla con su propio cerebro: posturas del acto marital, duración, fotografías mentales... ¿habrá imaginación menos casta que la de un hombre casto? El deseo es constante y la represión continua. Parece que siempre está en el borde del abismo haciendo equilibrios para no caer.
Ha de leer libros de formación sexual. Es necesario saberlo todo a través de literatura científica. ¿Cómo de lo contrario podría entender en el sacramento del perdón sin formular preguntas indiscretas? Parece que su curiosidad descansa al enterarse de todo, pero en los momentos álgidos esto le supone aguda crisis interna.
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