Para obispos y todos los demás. X L I ÚLTIMAS VACACIONES DE PAISANO

 Testimonio humano - espiritual de un sacerdote casado.

Autobiografía.

X L I ÚLTIMAS VACACIONES DE PAISANO

AL VESTIR mi traje negro para marchar de la Casa Grande pensaba: la última vez que salgo así.Aquellos últimos años se iba perdiendo la rigidez. La ropa negra la trocábamos por pantalones mil rayas y camisa para practicar el deporte o paseo por el campo. Enseguida intento participar en las labores apostólicas de la Parroquia.

bici

Ensayar la aurora en el Centro parroquial. Avisé a muchos pero nadie acudió. Después de permanecer toda la tarde con esta idea no pudimos ensayar. Ni siquiera tuve tiempo para la oración vespertina. Me sentí con amargura. Luego reflexioné: he puesto todo lo posible de mi parte; y he de corregir algo: no dejar la oración por nada. Mi hermano Emilio se dedicaba a la cosa social e incluso apostólica; disfrutaba de cierto ascendiente entre los jóvenes; se incorporó en las filas hoacistas. Yo me integré del todo en los grupos parroquiales; y lo hice con ganas a pesar de saber que el zancadilleo está a la orden del día en todos los sectores. Esta idea a nadie la expresaba, pero me la sabía muy bien. Unirme siempre, porque, si estoy separado, ¿no seré yo con mis protestas causa de una mayor separación? Así se construye; lo contrario es cisma.

En agosto pasé unos pocos días en San Sebastián. Visité el convento de Adoratrices y a mi tía Enriqueta. Fomentaba con ella el trato tal vez por aquello de "similis, similem quaerit". Idealizaba la vida de los conventos desde la tarde en que vi la película "La Canción de Bernadette". Me parecía el claustro algo muy romántico y lleno de misticismo. Imaginaba una continua canción poética dirigida al Señor, sin tentaciones ni malas inclinaciones.

Nos encerrarnos diez días en el seminario de verano,a escuchar rollos sobre homilética y sociología, a aprender a echar sermones formando el núcleo y buscando hechos de vida, que capten el interés de los feligreses. De algo me sirvió aquello. Creo que no habré aburrido a mi auditorio tanto como me aburren ahora a mí los sermones que escucho. ¡Qué bien les vendría a muchos curas un cursillo de homilética!

Mi amigo de Laguardia, Andrés Bezares, me visita y pasamos dos días en Estella. Es ya sacerdote. Feliz, le ayudo a Misa. Envidio los dos cursos que me lleva por delante. Pronto le darán la parroquia de Viñaspre. Ahí pondrá en práctica todos sus planes que con esperanza elaboró a la luz del Sagrario. Marcha después mi amigo a Tafalla y Olleta, el futuro pueblo de mi amigo Pedrito Ibáñez. A los dos días le seguí con la bici, y allí nos reunimos con el amigo tafallés.

Publico en pequeñas entregas la verdadera historia de mi vida de cristiano, sacerdote, padre y abuelo. Por razones La vida de un cristiano, sacerdote, padre y abuelo

José María Lorenzo Amelibia


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