VAMOS A SER DÓCILES al llamamiento de Dios

 Espiritualidad

VAMOS A SER DÓCILES al llamamiento de Dios

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Yo quisiera ser siempre dócil al llamamiento de Dios. El alma sencilla siempre es dócil y está llena de buena voluntad. Lo has visto continuamente en tu experiencia diaria. Hemos de estar dispuestos en cada momento a adoptar todas las formas que quiera grabar en nosotros el Divino Artista. Ojalá pudiera yo llegar, y tú conmigo, a no tener movimiento alguno, sino a aceptar y seguir en cada instante lo que sugiere la voluntad manifestada de Dios o la de beneplácito.

La voz de Dios siempre es suave, aunque a veces nos resulte dolorosa. Cuando nos ponemos en sus manos, aun lo más duro nos resulta aceptable y siempre lleno de paz. Así sucede a los enamorados. ¿Qué les importa traspasar montañas si van en busca de quien ellos aman?

La voz del Señor se escucha en el silencio interior. No importan los ruidos externos, aunque mejor es también el silencio exterior. Cuanto más purificado esté el corazón, más se oirá y mejor la voz del Dios y mejor entraremos en comunicación con El.

Leí el año 86 un libro del Padre Schrÿwres titulado "El amigo divino". Me hizo mucho bien y suelo repasar algunas veces aquellas sabrosas meditaciones. Una de ellas decía: (Copio algún párrafo): "El alma entregada a Jesús ya no hace en la tierra sino una cosa: amar. Todo cuanto toca se transforma en caridad. Pero procura concentra en cada instante toda su energía en todo el amor de que sea capaz. Cuanto más adelanta, más se purifica".

Repite el alma con sosiego en todas las circunstancias el acto favorito. "Jesús, os amo y a vos me entrego para siempre. En las alegrías y en las penas, en las dificultades y en las tentaciones. Esta aspiración de amor adopta todas las formas. A veces es admiración a la vista de la hermosura de la naturaleza; otras es gratitud.

A veces ni manifiesta el alma la gratitud con los labios. Una mirada basta. Las distracciones se presentan a menudo, pero ella no las teme porque influyen sólo en su inteligencia, mientras la voluntad se adhiere a Dios.

Así avanza el alma en perfección día a día. Jesús le perdona sin cesar sus faltas, la purifica y estimula a hacer nuevos progresos en el amor."

Estos párrafos te los copio porque quisiera los tuvieras siempre presentes, como yo los tengo aquí ahora. Vamos a tener en cuenta: Dios pide nuestra voluntad, nuestra cooperación. El quiere desarrollar en nosotros su obra, pero no a la fuerza, sino con nuestra decisión, con nuestra colaboración.

Dios nos quiere santos y nos ha invitado muchas veces a ello. En muchos ejercicios espirituales nos hemos comprometido con El. Esa es la realidad. Ahora vamos a seguir en nuestra decisión. El amor arrastra el pensamiento y la imaginación. Todo. Este amor a Jesús nos va a llevar a la santidad. Para su gloria. Para que vaya creciendo en este mundo su reino. No queremos ser santos por la "honrilla". Sino por El. Jesús nos llama. Nos sigue llamando a pesar de que, en muchas ocasiones, al menos yo, le hayamos vuelto la espalda del todo. Su amor es incondicional y su llamada también.

¿No recuerdas aquellos versos de Santa Teresa? "Ya que toda me entregué y di, - y vuestra soy, para vos nací. - ¿Qué queréis, Señor de mí?" - Cuando los leo, me entra un ahogo de emoción... Seguir nuestro compromiso. Sin hacernos esclavos de la estima de nadie, sino de sólo Dios. Alejados de honrillas vanas y estériles.

José María Lorenzo Amelibia  

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