VIVIR SIEMPRE CON PUREZA DE INTENCIÓN
Espiritualidad
| José María Lorenzo Amelibia
VIVIR SIEMPRE CON PUREZA DE INTENCIÓN
Es necesario aumentar en la intensidad de los actos de amor. Dicen los que escriben de cosas del espíritu que una persona puede hacer sus actos "buenamente", sin mayor fervor, pero tampoco con indiferencia. Esos actos son buenos pero débiles.
Otra persona parece que obra igual que la primera, pero está siempre atenta a purificar su intención y añade así a sus actos ese matiz que acrecienta su amor. Esta persona, sí, crece en la virtud de la caridad. Puede suceder que pasen los años ambas personas en el mismo ambiente y con idéntico trabajo. Una de ellas se encuentra casi en la tibieza. La otra en cambio se halla muy arriba en la virtud.
Vamos a procurar tú y yo purificar a menudo nuestra intención. Merece la pena trabajar a tope en esta vida. El tiempo es breve. Pienso mucho. ¡Cuánto vuela el pensamiento! Ojalá que siempre fuera mi pensamiento centrado en lo que estoy, y sobre todo centrado en Dios, como fondo de armonía. En los ratos libres fijar mucho la atención en el Dulce Huésped del alma, en Dios Uno y Trino. ¡Cuántas veces hemos de estar embebidos en El durante el día! Nosotros somos el Templo vivo de Dios, la morada de Dios. Que El no esté en nosotros como el inquilino indiferente, sino como el Padre muy amado, el Esposo muy querido. El es el infinito que nos sostiene y nos ama. Este pensamiento ¡cuánto me hace gozar muchas veces!
Si pensáramos con frecuencia en esta realidad, las cosas terrenas sostendrían tan sólo un valor relativo. Veríamos la afición desmedida al dinero como algo despreciable. Vale la pena mantener la atención a toda costa en el Bien Eterno.
Vamos a escuchar a Jesús que nos habla. Sí sabemos que nos habla a través del Evangelio. Por eso lo leemos con devoción. Pero también nos comunica su palabra por inspiraciones interiores del Espíritu Santo: por circunstancias normales de nuestra vida. Está de continuo hablándonos cuando guardamos silencio interior.
Vamos a hacer caso a su palabra. ¡De cuántas maneras se comunica con nosotros y a veces nos hacemos sordos! Yo por lo menos, ¡cuántas veces dejo de escucharle! Voy a esforzarme cada vez más por seguirle. Tú también vas a hacerlo ¿Verdad? Sobre todo, voy a aprovechar más los momentos de oración. Son minutos de un valor precioso. Claro, no siempre Dios nos conduce ni mucho menos por caminos de consuelos. Pero esos días hay que tomar con más fuerza la decisión de seguirle. Aunque es verdad que, mientras vivimos en este mundo, Dios nos lleva más por caminos de calvario.
Como sabe que somos una calamidad en la prueba, de vez en cuando nos manda unos días o unas horas de Tabor. No conviene apegarse a ello, pero sí aprovecharlo al máximo.
Dichoso el que le sigue al Señor siempre. Yo me admiro de cuánto me ha dado durante mi vida. Me avergüenzo de lo mal que le he seguido. Pero le pido que no se aleje de mí. Sé que Dios es fiel. Y que a pesar de mis tibiezas puede seguir guiándome hasta la transformación en Jesucristo. Pero ¡cuánto tengo que convertirme!
José María Lorenzo Amelibia
Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com
Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/
Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia. Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2