Te acompañaré con mis brazos en alto

 Para los Obispos

Te acompañaré con mis brazos en alto

Te vi en televisión presidiendo la Eucaristía. No te había visto todavía con tus ornamentos episcopales. Me alegré. Y grabé toda la misa. Lo conservé entre mis "documentos" importantes.  Y recuerdo tu palabra, glosando el Evangelio: Seguir a Jesús en la pobreza, sin condiciones... en un proyecto de renuncia por amor a Cristo. ¡Merece la pena!

                 Ahora, mi felicitación sincera y total de la  pascua de Navidad que estamos celebrando.  Yo deseo que el Señor te ayude, como sucesor de los Apóstoles, que El sea tu ilusión y tu gran alimento.  Y que tu apostolado sea fecundo.  --Yo te acompañaré con los brazos en alto todos los días, para que puedas calar más y más en las almas.  Por nuestra parte, es imprescindible esta oración por los amigos obispos.  ¿Cómo si no van a resistir y van a ser dinámicos? Y a la vez, sé que tú cada día has de ser más fiel a la intimidad total con Dios. Eso hará salir de tu corazón lo mejor de ti mismo. Eso dará fecundidad plena a tu palabra.  Se nota cuando un sacerdote habla de lo que ha contemplado y cuando habla de memoria.  En el primer caso, te cala.  En el segundo, te hastía. Es inevitable.  No se puede disimular ni con las mejores cualidades de actor dramático.

                 Veo a sacerdotes ocupados en el dinero, en su honor o en su pequeño poder, mientras tanto la gente continúa indiferente. Por el contrario, conozco varios (pocos) sacerdotes de profunda vida interior. Esto se nota. Calan en las personas.

            He vivido muchos años de las rentas en materia espiritual. Casi fue de una manera inconsciente, sin una ruptura. Aquellas pingües rentas de lo mucho que acumulamos en nuestros tiempos de seminario. Me parecía que podía mantener el contacto con Dios sin necesidad de dedicar tiempo especifico a la oración. Y esa fue mi práctica. Hace ya tiempo que he retornado al fervor, que he removido las ascuas de mi ordenación. Me di cuenta de que no se puede uno alimentar de bocadillos o chucherías. No podemos vivir la intimidad con Dios sin entregarle diariamente tiempos específicos de oración o meditación.

Comencé por la lectura espiritual. Todos los días entre media

hora y una hora. De vez en cuando (el método benedictino) interrumpir la lectura para adorar o pedir algo a Dios, relacionado con el tema. Es una forma muy fácil de orar. Un abrazo y hasta la próxima.

José María Lorenzo Amelibia

  Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com          

    Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/      

 Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba