No agobiemos a los niños

La psiquiatra María Jesús Mardomingo decía: “Hoy nuestros hijos tienen que estar con alguna tarea de continuo”. Siempre estamos estimulándoles: haz esto, haz lo otro… y no nos damos cuenta de que la principal activad infantil es el juego. Pero les imponemos hasta los deportes. Nos empeñamos en que dominen la mayor cantidad de habilidades y conocimientos. Para ello: clases particulares, aprender judo, baile, idiomas… apenas les queda tiempo para disfrutar con sus amigos o con sus juguetes. Total, ansiedad, descontento, noches de preocupación y sobresalto.

Niño agobiado

Una niña de cinco años decía a sus padres: “Quiero disfrutar”. Con esa tierna edad sus profesoras le mandaban muchos deberes para su casa, y la pobre no llegaba a todo. Estamos preparando a los niños para competir, porque la vida es muy dura, pero nos pasamos. Los científicos advierten que este frenético ritmo de vida es la causa principal del estrés que domina a muchos.

No nos damos cuenta de que cuando metemos a nuestros hijos en un sinnúmero de actividades, los arriesgamos a que sufran alteraciones en su personalidad a largo plazo y, en la actualidad, sembramos en ellos inquietud, angustia, sufrimiento. Estamos alterando su evolución normal. Es cierto que hemos de educar a los niños para un futuro difícil, pero cada cosa a su tiempo. Cuando yo era pequeño jamás nos mandaban nuestros maestros tareas para casa. Al acceder a la enseñanza media cambiaba la disciplina. Pero disfrutábamos de tiempos para jugar, ir a la catequesis, hacer visitas a Jesús, recados a la mamá y correr por las eras y los caminos, sin ningún riesgo. Algo bueno también había en nuestros días.

Es necesaria una mayor dedicación de los padres. “¡Yo tengo que hacer deporte”, decía un padre a su médico! Y éste le respondía: “¿Y no produce el mismo efecto el ejercicio de jugar con tus hijos que el dar palos de golf?” Jugar con los niños, estimularles más a que sean buenos, obedientes y respetuosos. Ya llegará el momento en que hayan de prepararse para competir ante un puesto de trabajo.

José María Lorenzo Amelibia                                        

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