Hemos de animarnos cuando el trabajo parece estéril

Enfermos y Debilidad

Hemos de animarnos cuando el trabajo parece estéril

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Trabajo duro

 Me decías en una confidencia de tu espíritu: “A pesar de mi intención de hacer el bien, mis obras permanecen estériles. Nunca florecen en la esperanza de frutos pingües, para mis hermanos los hombres. Jamás he visto renacer a la fe y al amor a quienes apliqué mi acción, a pesar de haber sacrificado por ellos mi vida entera.

Muchas veces constatamos nuestra impotencia cuando se trata de ayudar en el Reino de Dios.

 ¡Dura tu experiencia, encarnada en las brumas de la fe! ¿Acaso Jesús en la cruz pudo gustar las mieles del agradecimiento? ¿Puede quejarse la flor de los montes por enviar su aroma a sólo su Creador? Caminabas un día por el pie de la montaña. Veías empinarse los senderos por la vertiente hacia las cumbres. Unos eran suaves, pero de larga andadura. Otros, más cortos, pero escarpados y áridos. Todos llegaban a la cima, y en todos había dificultad.

            No se nuble tu corazón por encontrarte sin panorama de belleza y gusto en la escalada. Los árboles impiden la visión del bosque y amplios horizontes. Con frecuencia ni dejan penetrar el resplandor de la luz. Vive en esperanza. Todavía no es tiempo de deleitarse con los frutos. Estamos terminando el invierno y tan sólo hemos roturado el terreno y derramado la sementera. Sigue en tu labor con ahínco y constancia.

 Pero agárrate fuerte a Jesucristo, porque “quien permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto”. Y “sin mí, nada podéis hacer”.

José María Lorenzo Amelibia

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