Testimonio de José María Lorenzo Amelibia A mis 86 años sigo sintiéndome sacerdote, padre y abuelo

Informa ASCE

Asociación de Sacerdotes Secularizados ASCE

Crítica Constructiva

A mis 86 años sigo sintiéndome sacerdote, padre y abuelo.

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      Ahí estamos     

La Providencia me ha proporcionado una parroquia virtual (virtual pero real) que nadie me puede prohibir. A través de internet me relaciono con varios centenares de personas a quienes acompaño en su peregrinar hacia el Señor y ellos me acompañan a mí. Nos estimulamos para el bien. Pero en el rescripto de secularización se me prohibía por ejemplo, ayudar a misa y una serie de acciones que durante 50 se han seguido prohibiendo, y desde el 2019 han mejorado el rescprito, a los sacerdotes que piden dispensa para contraer matrimonio.

             A mis ochenta y seis años, edad ya provecta y llena de experiencia, cuando la vida está en su ocaso o próxima a él, digo con paz y sin ninguna ira a mis hermanos en el sacerdocio los obispos, únicamente buscando la gloria de Dios, que conviene trazar cauces para aprovechar el sacerdocio de tantos que un día lo recibieron, siguen sintiéndose ministros del Señor y viven su matrimonio con fidelidad. ¡Es tanta la necesidad que existe en el mundo! Por otra parte, nos parece poco acorde con la Teología del Orden Sacerdotal, mantener sin el uso del sacerdocio a tantos que lo recibieron y por circunstancias personales hubieron de contraer matrimonio.

             No pido nada para mí, porque a esta edad poca fuerza tengo, y solo pienso en mi marcha hacia la Patria de Dios. El fin de la ley del celibato creíamos que  inminente, pero ha vuelto a resurgir la ley celibataria como una enfermedad endémica, como una pandemia . Los ojos de la jerarquía lo saben pero no tienen valor para cortar esta triste enfermedad.

         Fruto ponzoñoso e indirecto de esta ley ha sido el descubrimiento de la abundancia de pederastia clerical. A muchos ha arrastrado este vicio inicuo porque era antaño más fácil la pederastia, contra el menor o la menor de edad, que la sexualidad madura hombre – mujer. La bomba atómica ha caído contra la ley celibataria pero resurge de sus cenizas.

        Ahora queda por parte de nuestra jerarquía ir preparando una ley totalmente evangélica sobre el celibato como opción, pero no sin vuelta atrás, célibes voluntarios cuando eligen este estado, y voluntarios en cualquier momento. Como en tiempo de San Pablo: se comprometían a la virginidad, pero sin problema podían casarse si cambiaban de opinión.

José María Lorenzo Amelibia

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