Algo bueno para reponer fuerzas

Enfermos y Debilidad

Algo bueno para reponer fuerzas  

sielncio

 Retírate a un lugar tranquilo y aléjate de tu ambiente. A solas con tu soledad. En el silencio prolongado encontrarás a Dios. También yo te acompañaré, a través de la distancia, todas las semanas. Y permaneceremos unidos en el Señor. Desierto llaman a este quehacer los escritores de temas del espíritu. Allí se llenan las pilas. Allí se reparan las fuerzas del alma e incluso del cuerpo. Bueno sería dejarse empapar del todo por el Señor durante cuatro o cinco días. Mas con frecuencia habremos de reducir esas jornadas a sólo unas horas. ¡No importa!

            Repite, eso sí, esta experiencia siempre que te sea dado: todas las semanas o al menos una vez al mes. El gran Amigo te aguarda en el campo o en el monte, “lejos del mundanal ruido”.

 Una vez en el desierto, comienzas por caminar a tu paso; según tu costumbre cuando marchas sin ninguna prisa. Tomas en tus manos el rosario y desgranas las avemarías de los quince misterios como flores a la Madre del Amor Hermoso, unidas en ramillete en medio del verdor de la naturaleza o del paisaje de terreno erosionado.

            Tal vez llegues a la cumbre de la montaña. El panorama entero, alfombra gigantesca de la creación, se extiende a tus pies. Y tú elevas el espíritu a las alturas y permaneces quieto, adorando a tu Dios que hizo el cielo y la tierra. Todo el tiempo permanecerás en contacto con el Señor. Si a tu imaginación llega el recuerdo de familiares y amigos, de trabajos y alegrías, de penas y preocupaciones, lo encomiendas al Padre en ferviente oración. Si tomas de tu mochila el Libro Sagrado, detienes la andadura y recitas unos salmos o rumias en el silencio de la naturaleza tus frases más queridas del Evangelio.

 Las horas dedicadas al desierto siempre resultan breves y fecundas. Siempre saludables para el alma y muchas también para el cuerpo. Puedes estar seguro. Regocíjate unas veces en las riquezas de tu Señor. Duélete y llora, confiado, tus pecados. Proyecta con paz tu obra apostólica de la semana. Y deja todo en el regazo de “quien da el incremento”.

 San Ignacio, en el desierto de su convalecencia, transformó del todo su corazón. Allí su alma fue de tal manera iluminada que parecía otro hombre y con otro entendimiento. También tú recibirás en la soledad la luz de Dios. Y “Jesús se alejó de allí en una barca a un lugar desierto y apartado”. (Mt.14, 13)

José María Lorenzo Amelibia

Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

             Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/

Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba