Un cardenal que da pena; evitad esa actitud.

Crítica Constructiva

Un cardenal que da pena; evitad esa actitud.

disfraz

Disfraz de cardenal

Y me aguanto sin decir el nombre, a pesar de que está ya en el otro mundo ¡y que Dios le perdone!  Queridos amigos de la jerarquía tened en cuenta esto y no caigáis en lo mismo o en algo parecido.

 Tuve la oportunidad de conocer a este Cardenal,  e incluso hablé con él en dos ocasiones, en pequeño grupo junto a otros sacerdotes, todos jóvenes, menos el Eminentísimo, ya mayor. Estábamos en el palacio episcopal. Una señora se encontraba, discreta, a unos metros de distancia. Se alargaba su Eminencia en la charla con nosotros, y la dama, de porte distinguido, se acercó con suavidad y le dijo: “Monseñor ¿ha podido hacer algo?”. Lo repitió varias veces, pero el Dignatario no se dignó mirarla; siguió hablando y hablando a nosotros en el pasillo, sin hacer ningún caso a los requerimientos. Se retiró la mujer.

 Cuando nos dejó su Eminencia, más tieso que un palo de judías, la buena señora se acercó a él de nuevo… y ni la miró. Y oímos que le dice: “En su coche he dejado una carta con todo lo que quería exponerle”. Ni una sonrisa, ni un gesto. Nada. Menos que a un perro, como a una mosca.

Comentamos los curas noveles con extrañeza el proceder de aquel Príncipe de la Iglesia, sin conseguir deducir el porqué de un comportamiento tan distante y despectivo.

Dos o tres años más tarde, un compañero, sacerdote, nos cuenta del mismo cardenal: “Me había invitado a su apartamento u oficina en la Plaza de San Pedro. Yo salí a la terraza para recibir la bendición de S. S. Pío XII. (Es de todos conocido que aquel Pontífice elevaba de los brazos de una manera muy enfática para dar su bendición). Yo me arrodillé. Y escucho una voz clara, pero no fuerte que decía: “¡Fantoche!”, refiriéndose a Pío XII. Era la voz del cardenal; mi anfitrión. Me quedé hecho una pieza”.

 Me vienen ganas de hacer muchos comentarios. Pero prefiero no hacer ninguno, sino dejarlo así. Y… ojalá lo lean los posibles dignatarios segundones, con aspiración a subir, subir y subir… Y que se detengan en su ascensión, y mediten un poco, y corten sus infantiloides apetencias.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com               Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

Volver arriba