Milingo siempre actual El caso Milingo no lo releguemos al olvido

El caso Milingo no lo releguemos al olvido

Amor a la Santa Iglesia de Milingo, el arzobispo
III Mi amor por la Santa Iglesia
A lo largo de todas las acusaciones, restricciones, calumnias y exilio, mi profundo amor por la Santa Madre Iglesia nunca ha vacilado. A pesar de haber sido separado del pueblo al que fui llamado por Dios a servir, y haber sido restringido de ofrecer los dones que el Espíritu ha seguido manifestando por mi hasta el día de hoy, he continuado en la observancia de la fe en la que fui bautizado. Aunque algunos en cargos poderosos han sido usados por el Diablo para atacarme, yo solo he pretendido proteger y defender a la Iglesia de Dios. En esa lucha entre la llamada de Dios y la obediencia a la Iglesia, sé que otros más grandes que yo se han enfrentado al mismo dilema, desde santos a reformadores. Como ellos, no deseo abandonar la Iglesia que tanto amo y, no obstante, debo seguir lo que el Señor me pide.

Milingo


Oro para que mi aceptación del ideal de Dios del matrimonio y la familia, mi determinación a seguir el mandato del Señor y la llamada de mi conciencia, y mi compromiso por salvar a África puedan tocar el corazón de los creyentes, y que sirva como una voz de alarma que despierte a la Iglesia al entrar en este nuevo milenio. Hace dos mil años, el pueblo preparado por Dios no se dio cuenta que el momento anunciado había llegado. Mientras Jesús proclamaba la venida del Reino y predicaba un nuevo evangelio, los que estaban aferrados al pasado, le consideraban un demonio. Cuando limpió el templo, los líderes religiosos sólo les importaba la amenaza que éste representaba contra su autoridad. No tuvieron ojos para ver ni oídos para oír. Procuremos no repetir los pecados del pasado.

IV Mi relación con el Rvdo. y la Sra. Sun Myung Moon
Sin lugar a dudas habrá aquellos que afirmen que he sido influenciado indebidamente por otros para seguir este camino. Por esta razón he explicado cuidadosamente la trayectoria pasada que ha hecho este curso inevitable.

Algunos creerán que me han convertido y que me están controlando, pero os aseguro que mis decisiones son las mías propias. Obedezco por encima de todos y de todo el mandato del Señor Jesucristo. El Rvdo. y la Sra. Moon nunca me han pedido que dejara mi fe católica para poder exaltar el ideal universal de la familia. Le he pedido al Padre y Madre Moon que arreglen y consagren mi matrimonio debido a mi respecto por la disposición especial que Dios les ha dado para construir matrimonios y familias centrados en Dios. He visto verdaderamente que el Reino de Dios sólo puede establecerse en la Tierra mediante el verdadero amor, y que ese amor solo puede ser realizado mediante familias centradas en Dios. Están haciendo la obra del Señor.


Con el corazón en la mano puedo decir que el Rvdo. Sun Myung Moon es un hombre de Dios. Su ministerio empezó a partir de una llamada de Jesucristo en su juventud. He sido testigo de sus esfuerzos por unir a gente de todas las creencias y romper las barreras raciales. Por largas horas, he orado a Jesucristo acerca del Rvdo. y la Sra. Moon, y el Señor me ha guiado a entender y apreciar ese ministerio especial para construir familias centradas en Dios entre gente de todas las creencias en la capacidad de Verdaderos Padres. He observado que el Rvdo. Moon conoce el mundo espiritual de una manera profunda al igual que yo lo he experimentado.


Pido a todos los creyentes que pongan toda su preocupación en encontrarse con el Dios vivo y hacer Su Voluntad, y que oren para que mi amada Iglesia tome medidas encaminadas a la reestructuración de su "modus administrandi" A aquellos que quieran condenar el mensaje y el ministerio universal del Padre y Madre Moon sin una investigación personal, les recuerdo que prácticamente todos los santos y profetas fueron malentendidos y rechazados. Sólo puedo recordar las palabras de Esteban en Hechos 7:51-52: "¡Duros de cerviz e incircuncisos de corazón, siempre resistís al Espíritu santo! Así como hicieron vuestros padres así también vosotros. ¿A qué profeta no han perseguido vuestros padres? Y han matado a aquellos que anunciaron la venida del justo, a quien vosotros habéis traicionado y asesinado".

V. Nuestro futuro
A pesar que mi corazón está apenado por aquellos que amo y que aún no entienden el camino que estoy tomando, estoy lleno de alegría por la oportunidad de ofrecer todo mi corazón y alma y de usar libremente una vez más todos los dones de Dios y ponerlos a Su servicio. Mi compañera María y yo retornaremos a África, un continente que sufre los estragos del SIDA, un continente sumergido en la confusión política, económica y social, no obstante, una tierra con una herencia rica en valores tradicionales de familia, comunidad, respecto por los mayores y espiritualidad. Es nuestra misión renovar esa herencia y llevar el amor sanador de Cristo, y usar la piedra angular de familias de fe para reconstruir la sociedad. Dios nos ha llamado para que fomentemos un movimiento de curación y renovación, y voy a invertir el resto de mi vida terrenal en el continente donde nací. Debo mi vida y mi amor al Señor Jesucristo y la Santa Madre María. Quiero ofrecer mi gratitud eterna y respeto al Santo Padre Juan Pablo II. Ahora y siempre me dedicaré a la iglesia que amo.

 El mismo Dios vivo que me ha guiado a una vida de servicio a Su Iglesia y Su pueblo, me ha guiado ahora a trabajar con los honorables Rvdo. y Sra. Moon. No me estoy uniendo a la iglesia del Rvdo. Moon, pues su trabajo no es para ninguna iglesia, nación o raza en particular. Su trabajo es romper las barreras entre todas las razas, naciones y credos y realizar el Reino de Cielos en la Tierra. Recé a Jesús, y el Señor en persona me ha mostrado que Su reino debe establecerse mediante el corazón y las manos del ser humano, y debe estar basado en el verdadero amor y en verdaderas familias. Él ha ungido este ministerio y ha confirmado la rectitud de mi camino. Le doy gracias a Dios por la visión y el ejemplo del Rvdo. y la Sra. Moon, y juro trabajar con hombres y mujeres de todos los credos para realizar el ideal de Dios de un mundo de paz, felicidad y amor que es la misión última de toda religión. Que Dios bendiga a todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia.
H. G. Emmanuel Milingo
Ex arzobispo de Lusaka, Zambia

Informa ASCE

Asociación de Sacerdotes Secularizados ASCE

Crítica Constructiva

José María Lorenzo Amelibia

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