Un gran ejemplo, el padre Nieto

Espiritualidad

Un gran ejemplo, el padre Nieto

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Yo miro al padre Nieto como un ejemplo maravilloso; pero Dios no nos quiere a todos así. Si nos quisiera así, nos daría esas gracias y esa fuerza que a él le dio. Dios cuando hizo a Nieto rompió los moldes. Pero ahí está su testimonio. Yo lloro por dentro cuando cojo ese libro. Me entra un deseo de Dios enorme. Aumenta mi fe, mi esperanza, mi deseo de amor, de entrega, de pobreza. Lo sé: no puedo imitar su vida. Pero sí ansío su espíritu. Me conmueve y me mueve. Y esto les pasó y les sigue pasando a la mayoría de quienes le trataron de vivo o después de muerto, a través de sus obras. Para mí la lectura de este libro ha sido una de las grandes gracias actuales de mi vida. El espíritu del padre Nieto hechiza, electriza. En general las hagiografías me suelen causar mucho bien. Pero esta de Nieto, un hombre de nuestros días, me llega al alma. Antes había oído a mis compañeros de Comillas ponderarlo mucho. La lectura de estas páginas la realicé a comienzos de del 1989. Después, de vez en cuando vuelvo a esa lectura y dedico quince días a meditar lo más destacado de este hombre. Siempre quedo lleno de vergüenza interior o de humildad al verme en comparación de él tan poco generoso con el Señor. Y siento una viva compunción de corazón, dolor profundo de mis pecados y deseo ferviente de servir mejor a Dios y a mis prójimos.

Yo te recomiendo la lectura de este libro. Creo que te puede causar un gran bien. Algunos dicen: esta espiritualidad hoy día no se puede admitir. Es imposible imitarle en todo, pero su espiritualidad es de lo más sano de la Historia de la Iglesia. Y subyuga sobre todo su fe a toneladas, su amor total a Dios y a todos sus hermanos. Su continuo deseo de cumplir a tope la voluntad de Dios. ¿Que exagera en sus penitencias? El amor total a Cristo le llevó por esos caminos. Y si no se le puede imitar, por lo menos, sí admirarle e ir un poco más por los caminos ásperos de la ascética, a veces tan olvidados.

Me llena de entusiasmo espiritual el aumentar el amor a Dios en mi vida. Estoy convencido: si practico cada día cinco minutos de oración, crecerá un poquito mi amor a Dios. Si me preparo mejor mis comuniones, iré subiendo en amor. Si dedico horas a mi trato con Dios, todo irá muy bien. Yo estoy convencido: si con fidelidad practicamos la media hora de oración mental diaria, aumentará mucho el amor a Dios.

El P. Nieto ardía en amor a Dios, porque hacía mucha oración: de ahí brota todo el amor. Por eso cuando un sacerdote, una religiosa abandonan la oración mental, languidece toda su vida; pierden incluso su identidad religiosa.

A veces pienso: he desperdiciado mi vida, porque he leído mucho, he estudiado y ... muchas más cosas. Pero he dedicado demasiadas pocas horas a la oración. Ahora quiero compensarlo. Deseo amar más a Dios. Esa es la razón de mi vida. Lo demás vendrá por añadidura, incluso el dedicarme a fondo a los demás. De la oración brotará el amor al prójimo. ¡A la fuerza! Orar es la mejor manera de disponerme para todo. Eso y algunos sacrificios voluntarios.

José María Lorenzo Amelibia  

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