También la juventud tiene problemas
Enfermos y debilidad
| José María Lorenzo Amelibia
También la juventud tiene problemas
(Iberlibro)
Conocí a Amalia desde muy pequeña. Guapa ella y sonrosada, era la más bonita de las niñas. Pero un extraño virus atacó su cuerpo, dejándola sin defensas para toda la vida. En el colmo de las desgracias quedose sin cabello. Golpe duro para Amalia. Se fue acobardando cada vez más. Hasta perdía las ganas de vivir. Todos los días al despertarse corría al espejo para ver si había cambiado su imagen. No hacía más que preguntarse: “¿Por qué, por qué me había de tocar a mí?” Lo que todos solemos formularnos cuando nos visita la desgracia. Consultó a todos los especialistas posibles. Cada uno le daba una respuesta, mas en ninguna parte encontró la solución a su problema.
La decepción hizo presa en su joven alma. Rumiaba Amalia en su interior el daño de sus compañeras sin piedad y apareció todo el odio acumulado contra sí misma. Un día aciago intentó ahogar sus penas en el sueño de la muerte.
Pero todo ha ido cambiando. La Providencia se revistió en Amalia de amigas buenas y familiares solícitos. Poco a poco va superando la negrura de su tristeza. Ayudada por este grupo de ángeles humanos, se distrae; entra en contacto con ambientes de entrega y generosidad; sale de sí misma.
Se da cuenta de que lo suyo es nada cuando atiende a otras personas que sufren de verdad. El grupo la protege, la estimula, le hace ver su importancia. ¿Qué más da tener pelo o no? Lo que de verdad interesa es ser feliz, tener un ideal: sentirse realizado haciendo el bien.
Este caso es una historia real. Todavía no podemos contar el final de la misma. Por cierto, Amalia es una chica guapa de verdad. Y no le hace falta la larga cabellera para ser alguien en la vida. Estoy seguro de que seguirá superándose, gracias al bien que algunas personas le han hecho y a su entrega actual al prójimo por amor.
Vale la pena escuchar, alentar, acompañar al que sufre. El fruto alegre puede percibirse pronto, como lo están viendo las amigas y familiares de Amalia. Y como lo experimenta la misma chica. “Porque dando se recibe, y olvidando se encuentra”, como rezamos con San Francisco de Asís.
José María Lorenzo Amelibia
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