El niño necesita a sus padres

Enfermos y debilidad

El niño necesita a sus padres

 Sí, los niños son los más débiles y vulnerables de nuestra sociedad. Las estadísticas demuestran la realidad cruda de porcentajes elevados de pequeños de entre seis y once años que necesitan la presencia de sus padres y no la consiguen. Y más aún desde que la mujer trabaja fuera del hogar.

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Niño juega

En una encuesta realizada por la fundación SM entre quince mil muchachos en edad escolar, se demuestra que estos chicos añoran la presencia de los padres; y sobre todo del cabeza de familia. Más convivencia, más contacto con el mundo familiar. Muchos se quejan de pasar solos en casa toda la tarde, sin nadie que les ayude a resolver sus deberes, sin la presencia solícita de sus seres más queridos. Lamentan que nadie les ayude nunca.  Han de llamar por teléfono a sus compañeros para solucionar pequeñas cuestiones. Su soledad en la propia casa es grande. Por eso con frecuencia acuden a los juegos electrónicos o abusan de la televisión.

Casi la cuarta parte de los chavales dedican muchas horas a la tele por recurso; y saldrían a gusto con el padre a practicar deporte o disfrutarían con su presencia. Quisieran todos dialogar con sus progenitores y no lo hacen por culpa del trabajo excesivo de ambos.

Me decía un clérigo de alto rango que ha llegado la hora de que las mujeres dejen obligaciones fuera de casa y se dediquen más a sus hijos: “menos gastar y más hogar” – decía. No creo que sea posible la utopía después de la preparación para el mundo laboral que ha adquirido hoy la mujer. Pero sí sería necesario un esfuerzo para dedicar uno u otro de los cónyuges unas horas por la tarde a estar junto a sus hijos en casa para ayudarles y atenderles; para que se sientan protegidos, con más seguridad.

La mitad de los niños afirma en la encuesta: “Mi padre pasa pocos ratos en casa por culpa del trabajo”. Cuando se refieren a las madres, el número de exigencia es menor, porque por fortuna la mujer es más solícita para acudir pronto a casa, aun después de la jornada laboral.  A la larga se detecta en estos muchachos apatía, tendencia a la violencia, hastío.

Para paliar esta situación, se van creando asociaciones de ayuda a los menores a relacionarse entre sí, a juntarse en salones de estudio donde se sienten acompañados y solucionen sus problemas. Pero no es suficiente. Los niños quieren más y necesitan siempre el apoyo y la presencia de los padres. Por eso es necesario que uno u otro de los cónyuges recorten su tiempo laboral o se turnen como sea para poder acompañar a sus hijos. Como decía aquella mujer: “Si no; no haberte casado”.

  • José María Lorenzo Amelibia                                        
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