El próximo 27 de octubre oremos unidos por la paz

 (El Observador de la actualidad)

             Llevamos muchos años masacrados por el terrorismo y las guerras. A todos nos parecía de lógico que nuestro Papa Francisco y dirigentes eclesiales organizaran rogativas, desagravios, horas santas, algo para impetrar de Dios la gracia de la paz. Recojamos la invitación. Unámonos todos en oración.

            Hace unos años en la parroquia de San Nicolás de Pamplona se organizó una jornada: "Veinticuatro horas para orar por la paz." Desde las cero horas hasta las veinticuatro: íntegra la jornada, era sábado. En ese día se celebraron cinco Misas; cuatro exposiciones; tres rosarios; adoración nocturna; experiencias de oración y otros actos. Buena iniciativa para organizar en las parroquias del mundo jornadas por la paz.

            Y esperamos que cunda el ejemplo y esto se vaya repitiendo en muchas ciudades y pueblos del mundo, no solo el 27 de octubre, que ya no queda mucho tiempo. ¡Nunca es tarde! ¿Quién mejor que Dios puede ayudarnos a conseguir una paz continuamente alterada por el terrorismo y las guerras?

            Nos alegró en aquellos tiempos de terrorismo en Vasconia la actitud de Mons. Blázquez, entonces obispo de Bilbao, cuando se dirigió al santuario de la Virgen de Urquiola en peregrinación con un grupo numeroso de cristianos para pedir la paz. También esta iniciativa es digna de tenerse en cuenta. Y lo de la parroquia de San Nicolás es más realizable y de una gran profundidad espiritual.

            Unirnos, pensar, seguir iniciativas para rogar a Dios por la paz. Porque el mundo está loco. Nos hemos acostumbrado a las guerras, y nunca debiéramos acostumbrarnos y solamente seguirlas como noticia. Estoy seguro de que si todos los cristianos, todos los creyentes pidiéramos desde el fondo del corazón la paz en el mundo, la íbamos a conseguir. La guerra engendra guerras.

            Y son dignos de encomio los dignatarios del mundo que están haciendo todo lo que pueden para detener tanta masacre que existe.

            Quisiéramos que ahora despierte ya una nueva época de oración pública al Señor para que nos otorgue la paz y desaparezca este veneno en nuestra sociedad: la plaga del terrorismo y de las guerras.

 José María Lorenzo Amelibia

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