Ha quedado miedo a las falsas denuncias en el clero sano

Crítica Constructiva

Ha quedado miedo a las falsas denuncias en el clero sano

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          En aquellos años  todos los sacerdotes tenían miedo a ser denunciados. Me decía un compañero ya mayor: “¿Y quién me dice a mí que una mala persona no me va a denunciar, y cautelarmente no me van a separar del ministerio”. Nuestro papa fue severo con el crimen nefando de la pederastia; y es necesario condenar este pecado con todo rigor, pero a la hora de tratar al pecador, la Iglesia ha de tener misericordia. Que la ley civil cumpla con su misión. Se ha aconsejado a la jerarquía eclesiástica que por el bien mismo de la sociedad es mejor no expulsar del clero al cura pederasta. Eso sí, apartarlo del ministerio. Tenemos medios dentro de nuestra Iglesia de retener a estos pecadores alejados de los fieles; ni siquiera hacen falta cárceles. Bastan nuestros conventos y monasterios donde pueden  ser internados sin peligro de que vuelvan a reincidir. Expulsarlos del clero, no. Jesucristo nos enseñó  a odiar el pecado pero acoger al pecador ¿Pero cómo vamos a pedir misericordia del desgraciado pederasta si hasta hace poco más de un año a los sacerdotes secularizados se les prohibía hasta ayudar a misa o hacer las lecturas?

          Y en adelante es preciso prevenir el mal. Existen medios para una educación sexual en los seminarios muy distinta de la pasada: que los candidatos tengan el carisma del celibato, no basta con comprometerse “el que pueda asumir el celibato que lo asuma”. ¿Cómo saber quiénes son capaces? No es difícil: aquellos que, aun sin aspirar al sacerdocio tengan decidido ser castos.  Y quienes no pueden, que se casen con libertad y se evite de una vez tanta pederastia, tanta doble vida. La santidad no está reñida con el matrimonio, pero es incompatible con la pederastia, con el adulterio, con la doble vida.

          El celibato no es el precio que se paga por ser sacerdote: es un carisma de la persona, dispuesta a la virginidad por amor al Reino de los Cielos, a la entrega a sus hermanos. Los hay y los seguirá habiendo.  Estos tales podrás ser sacerdotes, monjes, seglares entregados, siempre enamorados de Dios y al servicio de la Iglesia, no precisamente clérigos.

José María Lorenzo Amelibia                                         Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com              Mi blog: https://www.religiondigital.org/secularizados-_mistica_y_obispos/  Puedes solicitar mi amistad en Facebook https://www.facebook.com/josemari.lorenzoamelibia.3                                          Mi cuenta en Twitter: @JosemariLorenz2

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