Asociación de Sacerdotes Casados de España,  ASCE La sociedad civil asumió bien lo del obispo Xavier Novell

Informa ASCE

Crítica Constructiva

La sociedad civil, expresada en los medios de comunicación, ha aplaudido en mayoría la decisión tan humana del obispo catalán. Ha tenido el valor de sobrepasar la ley injusta de una pretendida teocracia. El escándalo, aludido por la Iglesia, se ha vuelto contra ella. La gente normal, junto con los cristianos más apegados al Evangelio que a la ley, aprueban la libertad del obispo de formar una familia. Esperan que la realidad, la experiencia, le haga evolucionar y se sume a la defensa del celibato opcional. Como han hecho otros obispos casados.

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Xavier Novell y su esposa

El más famoso, el obispos argentino, Jerónimo Podestá. Unido a los sacerdotes casados de su país y de América Latina, fundó y organizó la “Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados” para “mantenernos unidos, manifestar nuestras inquietudes, deseos, realidades, y compartir nuestros dolores, alegrías y esperanzas. Vivimos en familia cristiana, bien acogidos y aceptados en nuestras comunidades, donde nos aprecian y valoran. Insertados en la sociedad, subsistimos mediante el trabajo como docentes, profesionales, operarios de servicios, empresarios, etc. Compartimos la amistad y nos ayudamos, manteniendo sobre todo la fe en Cristo Resucitado”.

Quienes han ejercido este derecho humano han sido expulsados, “secularizados”, dice la jerga eclesiástica. No deja de ser curioso que los sacerdotes “seculares” por definición, sean ahora "secularizados". Los que llaman “religiosos” (frailes, monjes...) han profesado voto de castidad, viven en común, sujetos a obediencia al superior, en pobreza personal al no disponer de sus haberes administrados por su institución. Los seculares no tienen voto de castidad, obediencia y pobreza. La lógica pide que vivan en el “siglo”, como viven sus hermanos cristianos: casados o solteros, con su familia, obedientes a la ley propia del cargo, disponiendo de sus bienes en conciencia... La ley eclesial obliga a la obediencia lógica al obispo y a no fundar una familia, bajo pérdida del ministerio.

La “casa” que han abandonado es la “soltería”. Con la libertad con que estaban en ella, han decidido abandonarla por creerlo bueno para su vida y agradable a Dios. El celibato no es sacramento indisoluble ni mandato del Señor. Ponerlo como criterio de si uno está dentro o fuera de la iglesia es una aberración clara, una perversión. La ley celibataria tiene su origen en el siglo IV como ley de continencia (no usar el sexo en el matrimonio tras la ordenación). Ley claramente inhumana y por motivos falsos: creer equivocadamente que el ejercicio sexual vuelve impuro al ser humano y le incapacita para ser escuchado por Dios. Las Decretales del Papa Siricio a Himerio, a los Obispos galos y a los Obispos africanos, recogidas en el tomo XIII de la Patrología Latina, evidencian la ignorancia y la superstición sobre el sexo: “La relación sexual, incluida la conyugal, es suciedad (1186, 4-5); atontamiento con pasiones obscenas (1140, 13-14); lujuria (1138, 28); crimen (1138, 16-23); vida de pecadores (1186, 13-14); práctica de animales (1186, 22-23) y oprobio para la iglesia (1161, 5-7). El clérigo “manchado” con esa “suciedad” se excluye de “las mansiones celestiales” (1185, 4-6) y, si el laico queda por ella incapacitado para ser escuchado cuando reza, con mayor razón pierde el primero su “disponibilidad” para celebrar con fruto el bautismo y el sacrificio (1160, 9-1161, 3).

Después, en siglo XI, se decreta la prohibición de casarse. Decreto extraño al Evangelio y a la conducta de Jesús y los Apóstoles: “el Nuevo Testamento, en el que se conserva la doctrina de Cristo y de los apóstoles, no exige el celibato de los sagrados ministros, sino que más bien lo propone como obediencia libre a una especial vocación o a un especial carisma (cf. Mt 19, 11-12). Jesús mismo no puso esta condición previa en la elección de los Doce, como tampoco los Apóstoles para los que ponían al frente de las primeras comunidades cristianas (cf. 1Tim 3,2-5;Tit 1,5-6)” (Encícl. Sacerdotalis Caelibatus, 5).

José María Lorenzo Amelibia   Si quieres escribirme hazlo a: josemarilorenzo092@gmail.com

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