Incompatible la Nueva Era con la mística cristiana

La Mística cristiana gira en torno a la experiencia del hombre con el Dios personal, Padre de Jesucristo, mientras que la Nueva Era es uno de los nuevos movimientos religiosos de gran aceptación en la posmodernidad que sostiene criterios y actitudes totalmente contrarias al mensaje cristiano. Para comprobar su incompatibilidad expondré su doctrina apoyado en trabajos que escribí y publiqué a finales del siglo pasado en México y que recoge mi obra; U.Sánchez, Las relaciones hombre-Dios en el Tercer milenio, Bac Madrid 2002, 284-299)
Aspectos positivos. No se puede negar que esta doctrina potencia valores como los de la armonía, el equilibrio y la paz al servicio del hombre nuevo. Es de reconocer la significación universal y cósmica de Cristo aunque lo presente solamente como símbolo salvífico. También es positivo en un mundo materialista que ponga de relieve la primacía del espíritu sobre la materia, en una civilización que destruye la naturaleza, su defensa de los valores ecológicos, la necesidad de cuidar el mundo lugar donde se realiza la vida y la salvación. También son criterios muy cristianos la visión que tiene del hombre como ser capaz de trasformación y de progreso, el optimismo en cuanto a las posibilidades de salvación final del hombre y del mundo, la insistencia en los valores de la espiritualidad y de la religiosidad personalmente asumidos, la revalorización de la corporalidad humana frente a visiones dualística y maniqueas. El hombre postmoderno recibe de muy buena gana los movimientos que le hablan de cómo liberarse del sufrimiento para encontrar la paz en este mundo y de cómo ayudar a los demás. La New Age propugna la liberación personal y cree que la felicidad está al alcance del hombre, que es posible el paraíso en la Tierra. ¿Por qué camino? Por el camino del esoterismo, de las relaciones con un mundo mítico-religioso que no contiene dogmas ni exigencias morales. He ahí una de las claves del éxito actual del budismo y de la espiritualidad hinduista como doctrinas y del yoga como ascésis que están presentes en el Hare Krisna, el Gurú Maharaj Ji (Misión de la luz divina), la Iglesia ciencista, etc.
¿Ante qué fenómeno cultural nos encontramos? «La nueva era... es un fenómeno tentacular de difícil definición, difuso y multiforme, de perfiles indefinidos y de contenido magmático, caracterizado por la fluidez». Si deseamos concretar algo más se puede afirmar que la nueva era, también llamada city religion, es la religión débil a manera de un supermercado espiritual que procura responder a las necesidades afectivas del hombre. Es un movimiento que carece de textos sagrados, de organización, de dogmas y de un líder, a la manera de las sectas.
Criterios incompatibles.
Este irenismo sincretista disuelve fácilmente todo el mensaje cristiano. Si profundizamos en sus propuestas comprobamos que sustituye al Tú divino con los propios deseos humanos que construyen una religión a su medida y desemboca en una egolatría camuflada bajo una capa de preocupación ecológica. Es la gnosis disolvente de la fe . En el fondo, esta «doctrina religiosa» es una manifestación más del ateísmo, puesto que nosotros somos nuestro único Dios. La nueva religiosidad inmanentiza al Dios vivo al que arrebata su alteridad total y su trascendencia. Utiliza expresiones como Cristo-gurú, Cristo cósmico, energético... que encubren una real disolución de Jesucristo. Desde la óptica humana habrá que criticar su olvido del prójimo, con falta de compromiso hacia los marginados y los pobres.
Un rasgo importante que configura a la New Age es el afán por realzar los valores que encierra la madre naturaleza. Es la reacción que mantiene frente a una naturaleza desencantada por el positivismo científico-técnico, el criticismo racionalista y la misma racionalización de la fe cristiana. Este reencantamiento viene a ser como una divinización de la tierra que incluye a todos los vivientes y al hombre mismo en un proceso común.
El yo humano divinizado es el protagonista
La New Age comparte la formación del nuevo tipo de hombre orientado al dominio del mundo, con un estilo de pensamiento formal y una mentalidad funcional. Es el hombre actual celoso de su autonomía personal, bajo el relativismo que cuestiona el fundamento de la verdad absoluta de las ideologías políticas o religiosas. El nuevo creyente es un espíritu tolerante ante el politeísmo de los valores y un tanto desencantado ante la razón después de varias revoluciones. Con más claridad: es una persona escéptica ante los grandes relatos que legitimaron proyectos políticos, sociales y económicos como el de la modernidad. Estos relatos o ideologías son vistas por el postmoderno como peligrosos porque fundamentan principios fijos, coaccionan la libertad y uniforman la conducta de la colectividad.
De la modernidad recibe la New Age el convencimiento de que Dios es innecesario y que el hombre es autosuficiente. Pero añade matices propios pues afirma que el hombre es divino y desarrolla su divinidad gracias al progreso infinito de las reencarnaciones en el que va construyendo y optimizando su yo. -La nueva religiosidad vuelve a la primera tentación en la que cayó el hombre, aquella de «seréis semejantes a Dios» (Gén 3,5). Con esta actitud de autosuficiencia el protagonista de la Nueva era rechaza toda moral normativa objetiva que no parta de la propia subjetividad. ¿Qué ética propugna? Una ética del sentimiento sobre la razón, una moral de la felicidad que se obtiene a base de un «pensamiento flexible y adaptable». Para este objetivo, cualquier camino es bueno con tal que ayude a la conciencia a la exploración de nuevas zonas o dimensiones de la realidad.__
El tú divino es un tú impersonal. «Dios eres tú mismo para ti» Es como un eslogan de la nueva religiosidad que ve la madurez en comprender que «la representación de Dios no es más que el símbolo de la experiencia del propio yo. Esta es la raíz de la nueva religiosidad. Dios es la profundidad más honda del propio yo» La nueva religiosidad pasa así de la religión a la espiritualidad, entendida como profundidad de la conciencia pero sin contacto con la alteridad de Dios. ¿Cómo sustituye la idea de Dios? Por conceptos más vagos como la «Energía cósmica», la «Conciencia universal», el «Espíritu», la «Fuerza», la «Fuente», las «Playas sin nombre».
Religiosidad, sí; religión monoteísta, no. Porque admite la posibilidad de una religiosidad nueva con un tú trascendente pero no precisamente entendido como el Dios personal y Absoluto. Con estos principios, los movimientos sincretistas se apartan totalmente del cristianismo y entran en una modalidad más del gnosticismo._El hombre está inmerso en lo divino mediante la conciencia cósmica universal esa especie de energía fundamental de todo el universo.
El nuevo tú trascendente: la diosa madre tierra. Surge Gaia, la diosa madre Tierra a la que se ve como organismo vivo que tiene como ejecutor a la humanidad. Por lo tanto el Dios Padre de Jesucristo es sustituido por la Diosa Madre que invade todo con su energía. Desde ahora en adelante «la religiosidad y la piedad nuevas son matriarcales».
Reformulaciones sobre Cristo. Se habla de Cristo o Logos solar que equivale al maestro de la Verdad reencarnado en maestros espirituales; también se proclama el Evangelio-Acuario de Jesús, el Cristo que fundamenta toda la unidad en una iniciación mística con la sabiduría hindú. La Nueva Era presenta al Cristo-Cósmico, Cristo-energía, Espíritu Crístico universal, que antes se ha encarnado en grandes personalidades religiosas como Buda Krishna, Jesús de Nazaret, Mahoma».
Los desafíos ¿Nueva aurora?
Se enfrenta directamente al cristianismo, aunque asuma muchos de los elementos de la herencia cristiana. Además la New Age se erige en nueva religión planetaria, universal, en la religión que sucede a todas las religiones precedentes y aún a su perfección. La New Age es más peligrosa de lo que aparece puesto que critica al viejo relativismo pero propone otro más exagerado; niega el panteísmo de corte comunista pero reafirma el panteísmo oriental todavía más acentuado; no está de acuerdo con Freud pero defiende un nuevo reduccionismo inspirando en Jung y en otros psicoanalistas radicalizados.
Doble conclusión. 1ª No son posibles unas relaciones con Dios con la interpretación rígida de la New Age. 2ª Ahora bien, si comparamos este movimiento sincretista con el ateísmo y la cultura de la indiferencia religiosa, podemos contemplar la New Age como una incipiente aurora para unas relaciones interpersonales con Dios; como el puente frágil que va del ateísmo pasando hacia la otra orilla donde puedan darse unas relaciones con Dios más actualizadas, más en acuerdo con la cultura del Tercer milenio.
Volver arriba