Mística occidental y mística oriental

Lo esencial de la mística radica en el conocimiento y experiencia de la presencia de Dios. Ahora bien, la mística en oriente es inmanente (el budismo como ejemplo) y la mística en occidente (en el judaísmo, cristianismo e islamismo) es trascendente. Consideremos la mística como un árbol que tiene sus raíces en la experiencia religiosa y como ramas las principales manifestaciones. Este artículo se propone clarificar el concepto de experiencia religiosa según el cristianismo. Posteriormente, serán expuesta dos de las manifestaciones principales: mística inmanente y mística trascendente.

La experiencia de Dios como valor máximo y Tú absoluto
Fruto del impulso religioso es la experiencia religiosa en general y la experiencia de Dios en particular. La experiencia contempla a Dios como el Tú absoluto y como el valor máximo. Y tiene como plataforma antropológica los rasgos de toda experiencia.
Identidad de la experiencia humana
Por experiencia se entiende el descubrimiento de otra realidad, la apertura y contacto entre el yo con algún no-yo objetivo que nos ayuda a situarnos en el mundo. La experiencia llega a su grado mayor cuando se realiza el encuentro interiorizado con un algo-o-tú que trasciende al yo y que se presenta o conecta con algún valor de la persona. En ocasiones, la experiencia como encuentro se convierte en una relación profunda que hace vibrar a toda la persona con su mentalidad y sentimientos, que influye en nuestra vida.
Elementos integrantes
El objeto que estimula y la facultad interpelada del hombre.. La experiencia no es una deducción intelectual. Es algo vital, que se padece en la propia carne; si no, no es experiencia. De aquí que la experiencia es un hacer y es un saber. La experiencia constituye el modo de ser específicamente humano.
La experiencia religiosa
Consiste en el encuentro del impulso religioso con un algo sagrado o con un tú divino o con el Ser Absoluto que hace surgir la experiencia religiosa en general o el mismo fenómeno religioso. Desde las culturas más antiguas el hombre ha expresado unas creencias en un algo sagrado o en un alguien supremo con quien ha mantenido múltiples relaciones. Es la experiencia o fenómeno religioso que la historia lo presenta como uno de los elementos básicos en la historia de los pueblos. Por lo tanto, hay experiencia religiosa dondequiera se dé un contacto vivido con lo sagrado y más, cuando se trata del tú divino, de Dios. En este sentido, en toda religión hay cierta experiencia religiosa, pues el movimiento personal hacia Dios, esencial a toda religión, implica la búsqueda misma de este contacto.
¿Qué relación existe entre el hecho religioso y la experiencia religiosa? El hecho religioso es el modo de experimentar el hombre su relación con el Ser supremo. Es la experiencia de la relación o religación del hombre con el ser superior o Dios. Este hecho es algo muy especial y se llama vivencia que repercute en toda la vida. Tal fenómeno-experiencia es universal y permanente a lo largo de toda la historia.
Otra constante histórica: el reconocimiento de la superioridad del tú divino. El hombre reconoce que se encuentra ante «un tú máximo» cuando lo proclama omnipotente, como su juez, señor, padre, protector, el innombrable, omnipresente, ser supremo y único en algunos pueblos. Así mismo la superioridad se deduce de la vinculación entre el yo-humano y el tú-divino que es de obediencia, diálogo, alianza y amor, de ofrecimiento y sacrificio de lo mejor.
La experiencia de Dios en el cristianismo
Con la base común a toda experiencia religiosa, el cristiano experimenta a Dios a partir de la Revelación hecha al hombre, y a partir de las comunicaciones íntimas que con Dios tuvieron Jesucristo y muchos cristianos. La gran novedad del Nuevo Testamento radica en el encuentro-experiencia del hombre con Dios a través de Jesús. Unos hombres fascinados permanecieron en relación con Jesús de Nazaret. Su vida cambió y se sintieron nacer de nuevo; comprendieron que Dios les había salido al encuentro en Jesús. Y tras la resurrección aceptaron su divinidad.
Sentidos de Dios como máximo valor
La experiencia cristiana de Dios, como la religiosa en general, puede vivirse como expresión de máximo o mínimo valor, como un Tú absoluto o un tú relativo..
Exigencias. Cuando una persona experimenta a un tú, (objeto, tarea o persona), como valor máximo para su vida, se produce en su interior una reestructuración de valores, actitudes y respuestas que pueden transferirse con toda legitimidad al tú divino cuando efectivamente es el de máximo valor.
Testimonios de la experiencia de Dios como valor máximo. Tiene: a Jesús como la primera referencia para el cristiano. Él es el gran testigo de cómo Dios se vivencia como tú máximo en la vida histórica de una persona; a los santos, a los convertidos y místicos que de manera extraordinaria experimentaron a Dios como el poder superior fascinante e irresistible a quien consagraron totalmente sus vidas. Son los enamorados de Dios que viven con mayor intensidad la experiencia de una amistad. Bajo la acción del Espíritu responden con máxima coherencia a la búsqueda, experiencia y testimonio de Dios;
La fe es necesaria para aceptar a Dios
Son extraordinarios los casos en los que la experiencia religiosa causa la fe. Como sucedió en la conversión de San Pablo. Pero lo ordinario es que la fe es necesaria para la experiencia de Dios. Es la respuesta del simplemente creyente. Se trata de la alternativa personal sin influjo alguno, propia de quien profesa un sí a Dios pero con una creencia muy subjetiva y espontánea que no implica práctica religiosa institucionalizada.
Tipología: mística oriental y mística occidental
Tenemos el núcleo de toda mística, la experiencia de la presencia de Dios o de un Absoluto, pero tal núcleo admite varias actualizaciones. Ahora nos referimos a la mística oriental, mística inmanente y a la mística occidental, mística trascendente
Las místicas orientales son de los hindúes (más concretamente, el budismo). Como criterio básicos: la realidad no es otra cosa que el sujeto mismo en sus profundidades abismales, el atman, descubierto y percibido en la experiencia última, gracias a un recogimiento en sí mismo, sin ninguna diferencia entre el sujeto y el objeto. Y por consiguiente, una experiencia que no recurre la ayuda de ninguna otra modalidad del conocimieento y ningún titpo de cooperación que no sea la experiencia misma. El misticismo oriental prescinde de un Dios personal y no llevan al encuentro con un Tú, Otro humano. Cae en una inmanencia que provoca al panteísmo y sin aplicaciones fraternas.
En el caso de de la mística de trascendencia, (judaísmo, cristianismo y el islamismo), la experiencia se desarrolla en el interior y no fuera o más allá de la fe teologal (en el cristianismo). La realidad última concebida como trascendente eleva al sujeto hasta ella, a un lugar donde se manifiesta la presencia de Dios, el aliento de su Espíritu.
¿Por qué el misticismo oriental influye en occidente?
En las últimas décadas, Europa en concreto, ha palpado el reto del misticismo oriental. ¿Razones? Varias según expone Ulibarri (o.c. cap 2º). Por la sed de la experiencia religiosa; por presentarse sin ortodoxia ni dogmas; por la garantía de tantos siglos; por conectar mejor con la modernidad y posmodernidad, por motivos terapéuticos, su reino de paz en la tierra; por la incapacidad del hombre moderno de relacionarse con Dios, sin la moral asfixiante y amenazadora de la libertad. Porque se ha inculturizado mejor que el cristianismo
Especificidad de la mística cristiana. Además de lo expuesto anteriormente sobre “la experiencia de Dios en el cristianismo” se pueden añadir lo que escribe G.de Cardedal (o.c.p137): gratuidad, disponibilidad, inefabilidad, evidencia para el sujeto. Mística la que viven los místicos, los santos canonizados por la Iglesia, sabiendo que un santo Tomás es teólogo y una santa Teresa de Jesús es mística.
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