En un mundo agresivo y violento…

La ira, fuerza de los agresivos
Todo ser humano desea su realización personal, expansión- y afianzamiento, de su yo ante las tareas y personas. ¿Quién le impulsa a ser más y mejor? El amor propio, gran impulso que, bien ordenado, conduce a la meta y con plenitud según posibilidades. Todo lo contrarios es “la fuerza que sacamos del rencor y de la irritación (que) es sólo debilidad”. (Madame De Swetchine). Pero este amor propio descontrolado abre las puertas a dos pecados capitales: la soberbia ya expuesta, y la ira que necesitan. Las dos necesitan humildad y paciencia. Aquí viene el consejo de Calderón: “aunque te aconsejes tarde, mira, oh joven imprudente, que ser con ira valiente no es dejar de ser cobarde”. (Pedro Calderón De La Barca).
De la ira expondremos su identidad, las vinculaciones con la agresividad y la impaciencia y algunas sugerencias para su dominio

1-Identidad humana y espiritual
La ira como pasión es una mezcla de agresividad, coraje y tenacidad que confiere a la voluntad fuerza para acometer empresas arduas Son objeto de esta pasión, el bien que hay que conseguir y el mal a evitar. Ante una injusticia o una falsedad surge el movimiento de la voluntad que desea imponer una sanción, movida por la razón recta. Surge también una excitación del apetito sensitivo con excitación corporal. Esta pasión responde al justo deseo de la represalia por las ofensas recibidas. Su dinamismo: la cólera es una ráfaga de viento que apaga la lámpara de la inteligencia. (Robert G. Ingersoll).
Como energía psíquica, la ira no es buena ni mala pero en su relación con la razón y la voluntad es mala: “La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que sea justo todo lo que ella ha decidido”. (Séneca)
En su dimensión espiritual, esta pasión se convierte en pecado capital cuando mueve a la alegría de la venganza para compensar el mal padecido. ¿Razón? “La razón trata de decidir lo que es justo. La cólera trata de que sea justo todo lo que ella ha decidido. (Séneca)
Las modalidades de la ira son cólera, furor, coraje, enfado, irritación…En el fondo, el deseo de venganza, de castigar al prójimo, de tomar represalias ante las injurias recibidas. Se da la ira como un respuesta rápida a modo de golpe que oscurece la realidad misma, impide el uso de la razón y arrastra a la libertad. “La ira es un caballo fogoso; si se le da rienda suelta, se agota pronto por un exceso de ardor”. (William Shakespeare) . Junto a la ira respuesta rápida, iolentoestá la ira como actitud que de modo permanente cultiva la venganza. Su inmoralidad es mayor.

Relación de la ira con la agresividad temperamental
El iracundo y el violento son tipos muy fuertes de carácter, propensos a perder los nervios con descargas de ira. Su hipersensibilidad agresiva les hace estallar con modales violentos y pérdida de la paz interna. La ira es como una droga cuando el individuo se carga de adrenalina y suben las energías. Cuando pasa el efecto, suele sufrir un poco de vergüenza por haber perdido el control de sí mismo: “lo que empieza en cólera acaba en vergüenza. (Benjamin Franklin). Por ello se impone practicar este consejo: “La respuesta suave calma la ira, así como el aceite calma las olas. Esta respuesta suave, casi en voz baja, lenta y buena es una de las empresas más difíciles de este mundo”. (Noel Clarasó)
A estas personas, coléricas por temperamento, les cuesta mucho la humildad, la paciencia y la mansedumbre. Vivir en comunión consigo mismo es una batalla continua porque”la fuerza que sacamos del rencor y de la irritación es sólo debilidad. (Madame De Swetchine). En el fondo, mantiene una resistencia apasionada contra un mal que les amenaza o se agita interna y externamente contra lo que les molesta, lo que considera injusto, falso o dañino para sus intereses.
El carácter agresivo se manifiesta en el tipo vengativo que se ensaña a la hora de reparar una ofensa; el violento que reacciona bruscamente contra todo lo que le molesta; el iracundo que se agita mucho ante la mínima ofensa o crítica; el colérico que aparece como arrogante, duro, insensible, dominado por el odio. La ira puede justificarse como la reacción ante la injusticia o la falsedad pero acompañada de reflexión y calma para encontrar la respuesta adecuada. Y también de la piedad: “lo que la lluvia es para el fuego, la piedad lo es para la cólera. (Arthur Schopenhauer)

La ira como impaciencia
Al iracundo le domina la impaciencia y reacciona diciendo “ya no aguanto más” ¿Qué le sucede? Falla la fortaleza ante la duración de lo molesto y le surgen las respuestas de impaciencia que en definitiva consiste en la falta de dominio sobre uno mismo. “Cuando estés irritado, cuenta hasta diez; cuando estés muy irritado, suelta tacos”. (Mark Twain).
El impaciente exige lo que no puede recibir de los demás, de sí mismo o del mismo Dios contra quien se rebela. Esta personalidad es un tanto orgullosa y prepotente: espera una respuesta afirmativa e inmediata a sus peticiones.


La turbación y el desasosiego son otras manifestaciones del impaciente que rechaza el tiempo necesario entre su propósito o mandato y la inmediata realización. Urge tener el valor de la astucia que frena la cólera y espera el momento propio para desencadenarla
El no saber esperar es otro de los rasgos del impaciente altanero que protesta contra los defectos del prójimo o las contrariedades de la vida. Todo tiene que resultar a la medida del sentido de su verdad y de su justicia. ¿Que aconsejarle además de la paciencia? Que sea realista con sus propósitos y comprensivo con las posibilidades del prójimo. Le vendrá bien el aceptar ese porcentaje inevitable de contrariedades en la vida. Con la humildad podrá soportar muchas injusticias y humillaciones.

La ira y la agresividad reprobadas
La ira no obra la justicia de Dios: “que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar, tardo para la ira. Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios”. (Sant 1,19-21).
Castigos a la ira y los insultos. Dijo Jesús: “pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego” (Mt 5, 22).
Los apóstoles se dejaron llevar de la ira y la violencia Entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: « Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma? » Pero Jesús volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo” (Lc 9,52-56).
Y en el prendimiento de Jesús: “en esto, uno de los que estaban con Jesús echó mano a su espada, la sacó e, hiriendo al siervo del Sumo Sacerdote, le llevó la oreja.(Mt 26,51-52). Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: « Señor, ¿herimos a espada?»y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha.(Lc 22,49-51). Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El siervo se llamaba Malco” (Jn 18, 10-11). ...
Llevados de la ira, quieren matar a Jesús. Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: « ¿No es éste el hijo de José? »|v28 Oyendo estas cosas, todos los de la sinagoga se llenaron de ira; |v29 y, levantándose, le arrojaron fuera de la ciudad, y le llevaron a una altura escarpada del monte sobre el cual estaba edificada su ciudad, para despeñarle” (Lc 4,22-29).

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