Jesús nace para ti ¡Feliz Navidad!
"Navidad es también una llamada a renovar nuestra vida eclesial, a caminar juntos como Iglesia sinodal, escuchándonos unos a otros y discerniendo lo que el Espíritu Santo nos pide hoy en Navarra"
Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor” (Lc 2,11).
Este es el mensaje de estos días. Dios se hace niño, y nace para todos nosotros. Nace en nuestra tierra de Navarra. Es el mejor regalo que podemos recibir, Dios nos regala a su hijo. Con gozo sincero y con el corazón agradecido a Dios, me dirijo a todos vosotros —sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas, seminaristas, laicos y familias cristianas— que formáis la querida Iglesia que peregrina en Navarra. La celebración del nacimiento del Señor nos reúne una vez más en torno al misterio central de nuestra fe: Dios ha querido hacerse cercano, ha entrado en nuestra historia, ha puesto su morada entre nosotros y quiere caminar junto a nosotros.
Navidad es una llamada a dejarnos transformar por la presencia de Dios que se hace Niño, frágil y humilde, para mostrarnos el camino del amor verdadero. En un tiempo marcado por la incertidumbre, por las prisas, por la polarización política y social y, en no pocos casos, por el cansancio interior, la luz de Belén vuelve a brillar como una esperanza que no defrauda, como hemos celebrado en este Jubileo de la esperanza.
La celebración del nacimiento del Señor nos reúne una vez más en torno al misterio central de nuestra fe: Dios ha querido hacerse cercano, ha entrado en nuestra historia, ha puesto su morada entre nosotros y quiere caminar junto a nosotros
Contemplar al Niño acostado en el pesebre nos invita a detenernos, a hacer silencio y a reconocer que la grandeza de Dios se manifiesta en la sencillez. Allí, en la pobreza del establo, Dios nos revela su modo de actuar: no imponerse, no deslumbrar con poder, sino ofrecerse como don. Navidad es tiempo de paz, especialmente en los lugares de Tierra Santa donde están viviendo un auténtico infierno, de muerte y destrucción. Como nos recuerda el papa León XIV para la Jornada Mundial de la Paz, necesitamos una “paz desarmada y desarmante”
Quisiera, en esta Navidad, expresar mi agradecimiento más profundo a todos los que sostenéis la vida de nuestras comunidades cristianas. A los sacerdotes, por su entrega generosa, muchas veces silenciosa, al servicio del Pueblo de Dios; a los consagrados y consagradas, testigos proféticos de que Dios basta; a los laicos comprometidos en parroquias, movimientos, asociaciones y realidades eclesiales; a las familias, auténticas iglesias domésticas, donde se aprende a amar, a perdonar y a creer. Navidad es también una llamada a renovar nuestra vida eclesial, a caminar juntos como Iglesia sinodal, escuchándonos unos a otros y discerniendo lo que el Espíritu Santo nos pide hoy en Navarra.
Estamos llamados a ser una Iglesia acogedora, que abre sus puertas y su corazón; una Iglesia misionera, que no se encierra en sí misma, sino que sale al encuentro; una Iglesia samaritana, que se inclina ante las heridas de nuestro mundo. El Niño de Belén nos enseña que solo desde la humildad y la cercanía podemos anunciar con credibilidad el Evangelio
De manera especial quiero recordar estos días a los que viven esta Navidad con dolor o dificultad: los enfermos, los ancianos, los que se sienten solos, quienes han perdido a un ser querido, los que viven la precariedad económica o de exclusión social, los presos, los migrantes y refugiados. A todos ellos quiero decirles con fuerza: Dios no os olvida, Dios estos días se hace uno de vosotros. Nace especialmente para estos hermanos nuestros que viven en los márgenes de nuestra sociedad. Estamos llamados a ser una Iglesia acogedora, que abre sus puertas y su corazón; una Iglesia misionera, que no se encierra en sí misma, sino que sale al encuentro; una Iglesia samaritana, que se inclina ante las heridas de nuestro mundo. El Niño de Belén nos enseña que solo desde la humildad y la cercanía podemos anunciar con credibilidad el Evangelio.
Deseo de corazón que la luz que nace en el pesebre ilumine vuestros hogares, vuestras comunidades y toda nuestra tierra de Navarra. Que la paz de Cristo reine en los corazones y nos haga constructores de fraternidad, justicia y esperanza. Con afecto de padre y pastor, os deseo una Santa y Feliz Navidad, y un Año Nuevo lleno de la bendición del Señor.
+ Florencio Rosello Avellanas O de M
Arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela
