"Tienen nombre, rostro, casi siempre sufriente, familia…" "Los pobres… en tu puerta… no pases de largo"
"El papa Francisco instituyó en 2017 la Jornada Mundial de los Pobres como un signo concreto de la misericordia de Dios para que toda la Iglesia ponga en el centro a los pobres y necesitados"
"Nuestra actitud hacia ellos será una opción personal que desde la fe no podemos pasar de largo… Los pobres los tenemos en nuestra puerta. Nuestra diócesis de Pamplona y Tudela, rica en fe, cultura y solidaridad, no está exenta de pobreza"
"En esta Jornada de los Pobres la tentación es la limosna y tranquilizar o, mejor dicho, adormecer nuestra conciencia. Se nos pide más"
"Debemos preguntarnos por las causas de la pobreza en nuestra ciudad y en nuestros pueblos. Preguntarnos por qué hay desigualdades que siempre golpean a los mismos"
"En esta Jornada de los Pobres la tentación es la limosna y tranquilizar o, mejor dicho, adormecer nuestra conciencia. Se nos pide más"
"Debemos preguntarnos por las causas de la pobreza en nuestra ciudad y en nuestros pueblos. Preguntarnos por qué hay desigualdades que siempre golpean a los mismos"
Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona
El papa Francisco instituyó en 2017 la Jornada Mundial de los Pobres como un signo concreto de la misericordia de Dios para que toda la Iglesia —cada diócesis, parroquia, comunidad religiosa, movimiento y comunidad cristiana— ponga en el centro a los pobres y necesitados. Porque no podemos olvidarlos, pues Jesús nos recuerda: “A los pobres los tendréis siempre con vosotros” (Mt. 26, 11). No podemos mirar hacia otro lado, la tentación está ahí, jugar y manosear nuestra conciencia también, para dejarla tranquila, pero Jesús nos repite que los pobres estarán siempre en nuestro entorno y el mismo papa León XIV nos dice: “El afecto por el Señor se une por el afecto por los pobres” DT. 5).
Amar al Señor es amar a los pobres que los encontramos en el desnudo, hambriento, enfermo, extranjero, encarcelado (Cf. Mt. 25, 31-44), porque “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve (1Jn. 4, 20). No hay pobres no hay heridos o caídos que no reflejen el rostro de Cristo. “En el rostro herido de los pobres encontramos impreso el sufrimiento de los inocentes y, por tanto, el mismo sufrimiento de Cristo” (DT, 9).
Nuestra actitud hacia ellos será una opción personal que desde la fe no podemos pasar de largo. Ante la realidad de la pobreza que nos presenta la sociedad, de mirar al pobre de frente, de dejarnos interpelar por él, tenemos la tentación de pasar de largo, de mirar hacia otro lado, como hicieron el sacerdote y el levita del evangelio (Cf. Lc. 10, 31-32) o, por el contrario, detener nuestro camino, como el samaritano de la parábola (Cf. Lc. 10, 33-34), atendiendo y acompañando al pobre en su rehabilitación.
Cuando pasamos de largo sin ver al hermano, cuando no nos detenemos a escuchar, acompañar, sostener, estamos perdiendo la oportunidad de encontrarnos con Dios que se hace presente en lo más frágil de la humanidad. Y el papa Francisco profundizará más en este tema cuando nos dice: “En definitiva, los creyentes, cuando quieren ver y palpar a Jesús en persona, saben a dónde dirigirse, los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a él” (mensaje en la Jornada de los Pobres, 14 de noviembre de 2021). Es la gran tentación, pasar de largo del pobre, pero entonces también pasamos de largo del mismo Cristo pobre.
Los pobres los tenemos en nuestra puerta. Nuestra diócesis de Pamplona y Tudela, rica en fe, cultura y solidaridad, no está exenta de pobreza. En nuestra realidad se da una curiosa contradicción, pues recientemente leía una información que presentaba un ranking de ciudades con mayor calidad de vida en España, según determinados informes, y a Pamplona se le considera como la ciudad española con mejor calidad de vida, liderando también un índice a nivel europeo, basándose en factores como el poder adquisitivo, coste de vida, seguridad, medio ambiente, sanidad, vivienda y tráfico. Y en cambio nos asomamos a la calle, miramos a nuestro alrededor, y vemos que entre nosotros hay personas sin techo, especialmente con niños, familias que sufren el paro, jóvenes sin horizonte, mayores que viven en soledad, migrantes que buscan acogida, niños que carecen de lo esencial, víctimas de trata, personas con adicciones severas. Ellos son parte de nuestro pueblo, parte de nuestra Iglesia. En algunos casos son vecinos, están en nuestra ciudad, en nuestro pueblo, en nuestra comunidad foral. Los pobres los tenemos en la puerta de al lado: tienen nombre, rostro, pero una gran necesidad de vida.
"Recuerda: los pobres están en la puerta de al lado. Tienen nombre, rostro, casi siempre sufriente, familia…no pases de largo"
En esta Jornada de los Pobres la tentación es la limosna y tranquilizar o, mejor dicho, adormecer nuestra conciencia. Se nos pide más. La ayuda y opción por los pobres debe tener un carácter profético. Aunque no está mal la limosna, no basta con poner parches en el sufrimiento de los pobres a través de la ayuda económica, pues la pobreza seguirá existiendo y azotando a los mismos, a los pobres.
Debemos preguntarnos por las causas de la pobreza en nuestra ciudad y en nuestros pueblos. Preguntarnos por qué hay desigualdades que siempre golpean a los mismos. Es tiempo de preguntarnos si las estructuras de nuestra sociedad: económicas, sociales, culturales, son justas, si buscan la justicia social. Dilexi Te nos recuerda que el amor que calla no es amor, porque quien ama, defiende. Ser discípulos de Cristo implica promover una sociedad más justa, donde cada persona pueda vivir con dignidad, trabajo y esperanza.
Y recuerda: los pobres están en la puerta de al lado. Tienen nombre, rostro, casi siempre sufriente, familia…no pases de largo.