Creo en la misericordia

La próxima semana Editorial Fragmenta presenta un libro en Catalán de Laia de Ahumada que se titula “Monges” –Monjas- En él entrevista a veinte religiosas, que hablan de su vida y vocación. Todas responden a una pregunta: ¿Cuál es tu deseo profundo?

Soy una de las veinte monjas entrevistadas, y la conversación con Laia realmente me ayudó a hacer memoria de mi vocación, y a reafirmarme en las motivaciones y en aquello que la inspira y sostiene.

En una oportunidad –lo explico en la entrevista del libro- estando yo en una comunidad en Argentina, tuve la “osadía” de decir lo que creía –y creo- y que había aprendido en mis clases de teología: Si hay infierno, no podemos decir que haya nadie, la misericordia de Dios, alcanza a todos, y en Cristo todos estamos salvados. Vivir de la misericordia de Dios, ya anticipa esa vida eterna hacia la que caminamos pero que ya ha comenzado.

Cuando uno ingresa en la Orden, sólo le hacen una pregunta: “¿Qué pides?” “-La misericordia de Dios y la vuestra”. Es la respuesta. Bien si vine a la vida religiosa creyendo en el Dios de las misericordias, y le sigo porque quiero cantar, predicar y anunciar esa misericordia locamente generosa al mundo, ¡no voy a aceptar que alguno se pierda! Recibimos la misericordia de Dios y nos hacemos dispensadores de ella.

En aquella ocasión y comunidad una hermana pidió que orásemos por su hermano, porque éste decía que nadie iría al infierno, y ella agregaba: “Si piensa eso, ¡cómo vivirá!”. Disentí y eso me costó una advertencia: Si quería profesar debía profesar públicamente mi fe, para manifestar mi comunión con la fe de la Iglesia y de la comunidad. En un primer momento me negué, pero animada por las hermanas más jóvenes, unas escandalizadas, y otras con gestos de complicidad, me decidí a profesar mi fe… y lo hice durante la oración de la noche. Me puse en el centro del coro, en el momento del examen de conciencia y proclamé:

“Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, y en Jesucristo su Único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos,…..

Ahí me detuve, miré a las hermanas, cogí aire y continué:

“Sí, descendió a los infiernos, y al salir puso un letrero que decía: CERRADO POR RESURRECCIÓN”

Y porque creo en la fuerza salvadora de la Resurrección, me niego a aceptar que alguien se pierda…. A partir de aquí todo es un misterio. Por eso hoy cuando leí a grandes titulares que el Papa afirmaba que el infierno existía y no estaba vacío pensé: ¡Vamos mal!

Después seguí leyendo y busqué: El dijo que existe y es eterno… y no dijo, o al menos no leí que afirmara que hay habitantes en él,

Por lo tanto, yo sigo contenta creyendo en la generosa misericordia de nuestro Dios, y que es PARA TODOS.

Feliz cuaresma, feliz tiempo de la misericordia

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