El Papa invita a la religiosa a Santa Marta y juntos graban el primer TikTok de Bergoglio El ruego de Francisco a sor Lucía Caram: "No dejen de ayudar a Ucrania"

Francisco con sor Lucía y Juan Carlos Cruz
Francisco con sor Lucía y Juan Carlos Cruz

Francisco escuchaba con atención los relatos y quería conocer la experiencia de los corredores humanitarios, de las familias, de cada detalle. Y sólo repetía “qué lindo lo que hacen”, “no los dejen”, “no dejen de ayudarlos”, “es muy injusto lo que viven”

Nos dijo “la guerra es un fracaso, en ella perdemos todos. No tiene sentido tanta violencia y tanta crueldad”. Hablábamos el mismo lenguaje y me animó en mi deseo de seguir yendo hasta que llegue la paz. La presencia religiosa y el consuelo que les llevamos, les alivia un poco su dolor, y sólo por eso, vale la pena ir.

Semanas intensas de trabajo y de emociones y de mucho compromiso y nuevos retos.  La situación de Ucrania empeora por minutos y lejos de ver el final, venos que esto se alarga y que no podemos dejar de lado el compromiso adquirido para salvar vidas.

Hace una semana, el Gobierno de Ucrania reconocía nuestro trabajo en unas celebraciones entrañables, en medio del luto y el dolor por las muertes de población civil que se suman a las bajas en el frente. El presidente del Gobierno estaba previsto asistiera al acto, pero los ataques con objetivo en Kiev de los últimos días hicieron que su presencia no fuera posible.

Visitar a los heridos y tocar el dolor extremo que viven, ver el cansancio que aumenta y compartir las impresiones y los relatos de las víctimas: heridas, mujeres viudas, niños huérfanos, adolescentes que han perdido a sus padres y hermanos, casas destruidas, jóvenes con el estrés post traumático que los tiene atenazados…. Tiene un impacto en cada uno que no es imaginable. En medio de eso, la fortaleza crece y la ausencia de miedo se ve ocupada por una fuerza imperiosa para no claudicar en la ayuda, porque cada vida cuenta.

El Papa y Sor Lucía
El Papa y Sor Lucía

En medio de estas vivencias y bajo el impacto de un viaje muy intenso a Kiev, me llega la invitación del Papa para visitarle en Santa Marta, y apenas me dio tiempo de deshacer las maletas para emprender el viaje a Roma.

Llevaba al Papa un regalo del Gobierno de Ucrania y le vi impactado por la realidad del país y emocionado ante la imagen de San Volodimir, el bautizador de Ucrania, cuya imagen reproducía este cuadro. Escuchaba con atención los relatos y quería conocer la experiencia de los corredores humanitarios, de las familias, de cada detalle. Y sólo repetía “qué lindo lo que hacen”, “no los dejen”, “no dejen de ayudarlos”, “es muy injusto lo que viven”.

Abrir el corazón y ver como Francisco abría el suyo con sencillez y humildad, emociona. Cada semana recuerda al mundo el drama de la “martirizada Ucrania”. Pude explicarle nuestro #RetoHospitalDeCampaña y se interesó mucho. Juntos sentimos el dolor de las muertes prematuras y violentas y de la mutilación que destroza tantas vidas.

Nos dijo “la guerra es un fracaso, en ella perdemos todos. No tiene sentido tanta violencia y tanta crueldad”. Hablábamos el mismo lenguaje y me animó en mi deseo de seguir yendo hasta que llegue la paz. La presencia religiosa y el consuelo que les llevamos, les alivia un poco su dolor, y sólo por eso, vale la pena ir.

Le expliqué a Francisco el impacto de los rosarios que nos había dado para repartir a los soldados y a las familias y cómo al entregarlo a los heridos, cuyos cuerpos estaban literalmente destrozados, se emocionaban y lloraban agradecidos.

La fe se vive, se siente, se toca y es un impulso impresionante cuando te mueves en las grietas de la humanidad, en las fronteras del dolor inmenso y de la impotencia absoluta.

Le dije a Francisco que vi cómo en Ucrania se levantan los ojos al cielo y no contra el cielo y cómo allí se grita a Dios, pero no contra Él, se le llama, s ele invoca y s ele agradece.

Compartimos momentos de distención, y hasta hicimos un Tiktok.

Vi un Papa lúcido, muy humano, muy de Dios, muy evangélico y entrañable, y ¿cómo no? Muy argentino! 

Reímos y sufrimos, y compartiendo los latidos de nuestros corazones y lo digo con sinceridad y alegría: Francisco, Pedro, me confirmó en la fe y en la misión.

Próxima parada: Hospital de campaña. Reto para cumplir, porque cada vida cuenta.

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